Una de las más tiernas, pero también más tristes imágenes (aunque no se sabe lo que estarán pensando se puede adivinar) es esta de los corgis de Isabel II. Las mascotas han participado, a su manera, en el adiós a su dueña, que tanto les mimaba y consentía. Los dos perros, que a partir de ahora vivirán con el príncipe Andrés (se le ha visto a él ocupándose de que estuvieran presentables para tan importante ocasión), esperaban pacientes en Windsor la llegada del féretro de la monarca. El cortejo se ha dirigido a la capilla de San Jorge, que es donde la reina Isabel será enterrada tras un breve servicio religioso en su memoria, pero antes los perros y Emma, el caballo favorito de la Reina, han podido verla pasar. A lo largo de toda la jornada el recuerdo de Isabel ha estado muy presente y sin duda la aparición de sus más fieles acompañantes es una manera más de homenajearla.
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Muick y Sandy vivirán a partir de ahora con el príncipe Andrés y su exmujer Sarah Ferguson en Royal Lodge, en Windsor. La expareja sigue residiendo en la misma vivienda a pesar de su separación y son ellos quienes cuidan a estos dos perros, que fueron un regalo para la Reina después de la muerte del duque de Edimburgo. Se decidió Isabel a sumarlos a su gran familia perruna a pesar de que la idea de que sus mascotas la sobrevivieran no le gustaba. La compañía y cariño que le brindaban fueron sin duda alicientes más que suficientes para aceptar este regalo, que ahora regresa a su hijo, que lo hizo en su momento con tanto cariño.
De la misma manera que los perros han estado acompañados, Emma, el caballo favorito de Isabel II ha estado junto a Terry Pendry, mozo de cuadra y habitual compañero de montar a caballo de Isabel II, que mostraba sus respetos al paso del cortejo fúnebre agachando la cabeza.
Las mascotas de la reina Isabell II fueron sus incondicionales acompañantes durante toda su vida, no había lugar al que fuera sin ellas ni momento en el que no recibieran una carantoña o chuchería. Los últimos perros corgis que estuvieron junto a ella en los últimos años no eran ya descendientes de Susan, la primera mascota que le regalaron cuando tenía 18 años, que fue la primera de una saga que se prolongó durante casi quince generaciones. Llegó a tener hasta treinta.
Ellos protagonizaron sin duda las anécdotas más divertidas en los diversos compromisos de la Reina, saltándose en no pocas ocasiones el protocolo. No era extraño ver a Isabel recibiendo en audiencia a diversas personalidades con los corgis correteando entre sus pies. A buen seguro que la echarán, igual que el resto de la familia, mucho de menos.