Los acontecimientos se han sucedido muy rápido en los últimos días, especialmente para el príncipe Harry y para Meghan Markle, que han visto como su relación con los Windsor, su papel dentro de la Casa Real y su presencia en el Reino Unido ha cambiado por completo. La muerte de Isabel II ha conseguido una imagen que parecía imposible desde hace dos años: la de los duques de Sussex unidos a la Familia Real británica. En este histórico lunes teñido de negro, el príncipe que decidió dejar de serlo y su mujer –instalados desde el año 2020 en Estados Unidos, donde han hecho controvertidas declaraciones sobre la realeza- participan en el funeral de Estado que se celebra en la Abadía de Westminster y se despiden así de su único apoyo o, al menos, de la única persona que para ellos era intocable.
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La Casa Real británica no quería sorpresas que desviaran la atención en este día en el que se congregan en el templo más antiguo de Londres más de 2.000 invitados, entre los que se encuentran Jefes de Estado y miembros de todas las Casas Reales europeas. Así que el príncipe Harry (sin uniforme) y Meghan Markle, que en otra era fueron los invitados más incómodos en esta misma lugar, han repetido el patrón de los últimos días. El coche de los duques de Sussex ha hecho una primera parada en el Westminster Hall, allí el príncipe Harry se ha bajado y la duquesa de Sussex se ha unido a la condesa de Wessex, ya que los restos mortales de Isabel II han llegado a la Abadía de Westminster acompañados por un cortejo fúnebre en el que han estado sus cuatro hijos y sus nietos mayores: los príncipes Guillermo y Harry, junto a Peter Phillips.
De modo que las consortes, igual que sucedió en el acto de la semana pasada se han desplazado en coche hasta el templo, donde han recibido el mismo tratamiento que tenían antes de salir de la Casa Real británica, es decir, participando en el cortejo en el interior de la abadía, pero con matices. Se puede interpretar que los duques de Sussex han recibido un lugar importante pero no destacado: se han sentado cerca del altar, pero en segunda fila; cerca de Carlos III, pero lejos de los príncipes de Gales. Harry y Meghan han ocupado una fila junto a Beatriz de York y su marido, Edoardo Mapelli Mozzi. Aunque, terminado el funeral de Estado y la procesión por las calles de Londres, Meghan ha recuperado su lugar al lado de consortes, situándose a la derecha de Camilla, reina consorte, y muchos pasos por delante de las hermanas York.
Minuto a minuto: sigue aquí la despedida a Isabel II
Los últimos días no han estado exentos de polémica: por un lado, a cuenta del uniforme de Harry en la vigilia de este fin de semana, primero no le dejaron llevarlo, después sí pero le quitaron las iniciales de su abuela, un gesto que indica que Harry no representa a Isabel II (institucionalmente es así desde su salida y esa podría ser la forma de recordarlo), en cambio, el príncipe Andrés, retirado de la vida pública desde el 2019 por el Caso Epstein sí llevaba esas iniciales en sus hombros. Por otro lado, los duques de Sussex fueron invitados por y después "desinvitados" a la recepción en el Palacio de Buckingham para dar la bienvenida a los jefes de Estado. De forma paralela, The Telegraph publicó que Harry había sido el último en ser informado de la muerte de su abuela, incluso después de informar a la Primera Ministra, Liz Truss. Sobre este tema, el Palacio advirtió hace unas horas que "el público fue informado después de la familia".
'Me aseguro de que esté bien', dijo el príncipe Harry sobre su abuela en una reciente entrevista
El príncipe Harry se despide así de su abuela, su comandante en jefe, con la que pasaba los fines de semana en el Castillo de Windsor tras el fallecimiento de Diana de Gales y la que le dijo -según el libro Finding Freedom, con el que la duquesa de Sussex admitió haber colaborado ante un tribunal- que siempre sería bienvenido en el caso en el que decidieran volver. El príncipe Harry ha hecho muchos reproches durante estos años, pero nunca, jamás, ha tenido una palabra negativa para Isabel II, que, según él, le apoyó siempre y por la que velaba en la distancia. "Me aseguro de que esté bien rodeada", dijo Harry sobre ella hace solo unos meses durante una entrevista.
Durante un tiempo se dijo que Harry era el nieto favorito de Isabel II. Esto nunca se confirmó, pero es cierto que ella le apoyó en momentos clave, como en su entrada en el Ejército británico o cuando salió y lanzó su proyecto más personal, los Juegos Invictus. Según los duques de Sussex, Isabel II recibió a Meghan con los brazos abiertos, de hecho, la entonces jefa del Estado hizo varias excepciones para integrar a Meghan en la familia, como fue permitirle participar en la Navidad de los Windsor sin haberse casado o esa invitación a unirse a ella a un acto oficial -el famoso viaje en el tren real-, un privilegio que otros habían tardado años en conseguir. Si hubo algún encontronazo -como el famoso Tiaragate- la pareja quiso dejar claro que el problema nunca fue con Isabel II, mencionando a la "vieja guardia" del palacio como principales responsables. A medida que se fueron acumulando las acusaciones hacía otros miembros o equipos de la casa, era más evidente una cosa: para Harry y Meghan, Isabel II era intocable, la única pieza de todo el tablero que no se cuestionaba.
Han pasado dos años y medio de la tensa despedida
En esta misma Abadía de Westminster, en la que hace 25 años se celebró el funeral por Diana de Gales, se vivió el adiós más tenso de los últimos tiempos. Fue el 9 de marzo de 2020 cuando el príncipe Harry y Meghan Markle -con un inolvidable y llamativo vestido verde que la convirtió en protagonista absoluta- asistieron a su último acto oficial como miembros en activo de la Familia Real británica. Entonces Isabel II, tras la famosa cumbre de Sandringham, había dejado claro que como abuela era todo comprensión y cariño, pero que como soberana tenía mano de acero. Ese día fue incómodo para todos, pero se notó una especial frialdad entre los príncipes Guillermo y Harry, ya que los Sussex habían cuestionado la institución que Guillermo está destinado a representar. Después de esa ceremonia Harry y Meghan perdieron el tratamiento de Alteza Real, y en el caso del príncipe, los honores militares, y se instalaron primero en Canadá y luego en los Estados Unidos. Sin embargo, el poner tierra de por medio no fue suficiente para unas relaciones rotas.
Entre esa ceremonia de marzo de 2020 y el funeral de Estado de Isabel II, los duques de Sussex generaron bastantes quebraderos de cabeza para la monarquía, especialmente cuando concedieron a Oprah Winfrey la entrevista bomba que se emitió en la televisión estadounidense un mes antes de la muerte del duque de Edimburgo. Harry y Meghan hablaron de dinero, de racismo, de filtraciones, de celos, de inseguridad y dejaron al aire numerosos detalles de su pasado como miembros de la realeza. Isabel II emitió un comunicado firmado por ella misma en la que dijo que estaba "triste" al conocer lo difícil que había sido la vida de Harry y Meghan dentro de la institución, pero avisó que "los recuerdos pueden variar". Este funeral demuestra otra cosa: los recuerdos que Isabel II conservó del príncipe Harry no variaron, ya que en su último adiós ha recibido el lugar que tenía antes de marcharse, aunque con matices.
El regreso de los Sussex al Castillo de Windsor
Terminado el funeral de Estado y los actos programados en Londres, el último adiós a Isabel II se ha trasladado a Windsor, a una hora de Londres, el destino final elegido por Isabel II para su descanso eterno. Allí los duques de Sussex se han encontrado además con sus recuerdos, ya que fue el Castillo de Windsor donde se casaron el 19 de mayo de 2018 y el cortejo fúnebre de Isabel II recorrió The Long Walk, igual que hicieron ellos el día de su boda. La duquesa de Sussex no había vuelto en público a este lugar desde el bautizo de su hijo Archie, que se celebró en privado, ya que cuando se celebró el funeral del duque de Edimburgo ella permaneció en Estados Unidos, entonces estaba embarazada de Lilibet, había sufrido un aborto y todavía era un momento complicado por la pandemia.
El príncipe Harry se unió de nuevo a su padre, Carlos III, a sus tíos: la princesa Ana y los príncipes Eduardo y Andrés en el cortejo que ha tenido lugar por fuera del Castillo de Windsor y han presenciado como el féretro de Isabel II era trasportado por las escaleras de la Capilla de San Jorge. Mientras que Meghan, de nuevo junto a la condesa de Wessex, accedía a la capilla por el pórtico Galileo, el reservado para la Familia Real. Entonces, tras cruzar el coro y a diferencia de lo que había sucedido por la mañana en la Abadía de Westminster, el príncipe Harry y Meghan se sentaron en primera fila junto los príncipes Gales y sus hijos, los príncipes George y Charlotte. En esa misma fila estaban también los hermanos Peter y Zara Phillips (ella con su marido, el jugador de rugby Mike Tindall), hijos de la princesa real Ana, y también los nietos mayores de esta: Savannah e Isla Phillips, y Mia Tindall.
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Habrá que esperar un tiempo para comprobar si la muerte de Isabel II es un punto de inflexión en las relaciones de los duques de Sussex con la Familia Real, en concreto con el rey Carlos y con los príncipes de Gales. La coronacion de Carlos III -una fecha que está por determinar- puede ser un buen momento para comprobar cómo han evolucionado las relaciones entre ellos, ya que entonces se verá qué lugar ocupan en el nuevo reinado, ya que hasta ahora su presencia se ha limitado a actos en memoria de antigua soberana. Sin embargo, no conviene olvidar que en el horizonte todavía planean algunas sombras que podrían prolongar la ruptura familiar, como el libro de memorias que el príncipe Harry ya ha terminado y que la editorial Penguin Random House describe como un relato "íntimo y sincero".