Isabel II deja tras su muerte un inmenso legado que ahora pasa a manos del rey Carlos III. Además de una gran fortuna personal, valorada en 425 millones de euros, el nuevo Monarca hereda una fabulosa cartera de bienes inmuebles y valiosas propiedades. Una herencia millonaria libre de impuestos, en virtud de una ley aprobada en 1993, por la que las transferencias “de soberano a soberano” están exentas de pagar la tasa de sucesiones.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
El patrimonio incluye el castillo escocés de Balmoral, el favorito de la Reina Isabel, donde pasaba los meses de verano y donde falleció el pasado 8 de septiembre, y Sandringham House, en Norfolk, el lugar donde la Familia Real celebra tradicionalmente la Navidad. Se estima que estas dos fincas formidables están valoradas en 200 y 150 millones de euros, respectivamente, según Forbes. Ambas propiedades pertenecieron a la Reina Victoria y fueron traspasadas a sus herederos. Balmoral fue un regalo del príncipe Alberto a su esposa, en 1852, y la Soberana conocida como ‘la abuela de Europa’ adquirió Sandringham en 1862.
El rey Carlos herederá asimismo una notable colección de sellos postales, iniciada por su bisabuelo el rey Jorge V (cuyo valor asciende a más de 100 millones de euros); obras de arte, caballos pura sangre, joyas de incalculable valor que pertencieron a su bisabuela, la reina Mary, y a su abuela, la Reina Madre, quien particularmente, poseía también una notable colección de huevos Fabergé.
El nuevo Soberano también hereda el Ducado de Lancaster, propiedad de la realeza desde la Edad Media, que genera 20 millones de euros en ingresos privados cada año para el monarca británico. Dado que el ducado pertenece a la corona, el Rey no puede vender las tierras asociadas a él, pero recibe dinero que proviene del ducado, como las rentas inmobiliarias. El sistema es el mismo para el Ducado de Cornualles. Según la web oficial del Príncipe de Gales, Carlos ganaba alrededor de 21 millones de libras esterlinas al año cuando aún era príncipe. El ducado de Cornualles pasa al heredero al Trono, por tanto al príncipe Guillermo.
Hay que diferenciar esta herencia del patrimonio que Carlos III puede disfrutar como soberano, pero del que no puede disponer libremente. En este apartado se incluyen los palacios de Buckingham y de Windsor; terrenos y propiedades en todo Reino Unido, como la calle londinense Regent Street o el hipódromo de Ascot. Las famosas Joyas de la Corona, valoradas en unos 3.000 millones de libras, pertenecían simbólicamente a la Reina y también pasan automáticamente a su sucesor.
Como curiosidad, el nuevo Rey se convierte también en el dueño de todos los cisnes del reino, así como de las ballenas y delfines en libertad frente a las costas británicas. Por imperativo legal, estas especies pasaron a ser propiedad de la corona en la Edad Media con el fin de protegerlas, no por razones ecologistas, sino para garantizar el suministro de alimento a los palacios. Aquellas leyes medievales no han sido abolidas por lo que hoy en día permiten la preservación de estos animales.