Escocia ha despedido hoy a Isabel II con una ceremonia en su honor en Edimburgo a la que han acudido sus cuatro hijos, que han desfilado tras el féretro en un emotivo cortejo fúnebre hasta la catedral de Saint Giles. De entre los muchos detalles y símbolos que rodean este tipo de actos, ha llamado la atención la imponente corona que reposaba sobre el féretro de la Reina una vez que se situó en el altar. Se trata de la gran joya de la corona de Escocia, la pieza más antigua de Reino Unido y una de las más antiguas de Europa, con nada más y nada menos que 500 años de historia.
La corona, el más importante de los Honores de escocia, como se conoce a las joyas de la corona escocesa, pesa más de un kilo y medido y está hecha de oro, con 22 gemas y 20 piedras preciosas incrustadas. Además, está formada por perlas de agua dulce procedentes de los ríos de la nación. Los cuatro arcos que la componen están decorados con oro y hojas de roble esmaltadas en rojo, rematados por un orbe con estrellas que sostiene una cruz dorada y negra. Las perlas decoran los laterales de esta cruz.
El rey Carlos preside el cortejo fúnebre por las calles de Edimburgo
El primer monarca que la llevo fue Jacobo IV, rey de Escocia, en 1503, pero por aquel entonces no lucía exactamente como ahora. Fue, poco después, en 1540, con su sucesor Jacobo V, cuando fue reformada por el orfebre John Mosman, con motivo de la coronación de la reina consorte, Mary, en la abadía de Holyrood, precisamente el palacio de donde partió esta tarde el cortejo fúnebre. Posteriormente, también la lució en su coronación Jacobo VI, quien después se convirtió en Jacobo I de Inglaterra, y su nieto, el maltrecho rey Carlos I. Tras ser ejecutado, y después de un sangriento periodo, se restauró la monarquía y ascendió al trono su hijo Carlos II. Fue la última vez que se utilizó en una coronación.
Esta histórica pieza se encuentra en el castillo de Edimburgo desde 1707, junto con los demás 'honores', el cetro y la espada del Estado, y allí será devuelta el miércoles, una vez que el féretro de la Reina ponga rumbo a Londres. Durante la II Guerra Mundial, fueron trasladadas dentro del castillo a diferentes localizaciones con el objetivo de protegerla en caso de invasión. Solo se sacaron fuera de sus muros en 1953, para presentarlas oficialmetne a la nueva reina, Isabel II, en su coronación en la Abadía de Westminster.
Ahora, 70 años después, la misma corona reposa sobre su féretro envuelto en la bandera escocesa y junto a un arreglo floral compuesto por rosas blancas, fresias, crisantemos, romero y brezo blanco de Balmoral, el castillo en el que falleció la Reina. El cuerpo de Isabel II permanecerá 24 horas en Escocia, para que los ciudadanos que así lo deseen puedan darle su último adiós en la capilla ardiente instalada en la catedral de Saint Giles.