Las mascotas de la reina Isabell II fueron sus más fieles acompañantes durante toda su vida, no había lugar al que fuera la reina sin ellas. Los últimos perros corgis que estuvieron junto a la reina Isabel en los últimos años no eran ya descendientes de Susan, la primera mascota que le regalaron cuando tenía 18 años y que fue la primera de una saga que se prolongó durante casi quince generaciones. El motivo es que hace algunos años que Isabel II había decidido no tener ya más perros (llegó a tener hasta treinta), aunque la llegada de la pandemia y los duros momentos que atravesó tras la pérdida del duque de Edimburgo la hicieron cambiar de idea. La pregunta ahora es qué ocurrirá con los acompañantes incondicionales de la Reina, que tantas anécdotas protagonizaron y que incluso acudían a algunas reuniones institucionales saltándose (casi siempre) el protocolo.
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Tal y como ha confirmado un portavoz del príncipe Andrés, duque de York, dos de los corgis que pertenecían a su madre, concretamente Muick y Sandy, vivirán con él y con su exmujer Sarah Ferguson en Royal Lodge, en Windsor. La expareja sigue residiendo en la misma vivienda a pesar de su separación y serán ellos quienes adopten a estos dos perros, que fueron un regalo para la reina Isabel II después de la muerte del duque de Edimburgo. Se decidió Isabel a sumarlos a su gran familia perruna a pesar de que en los últimos años se había resistido a tener más, dado que no quería que la sobrevivieran.
Muick, el corgi que inicialmente llevaba el nombre de Charles como su hijo, fue comprado en 2021 a un criador y ahora lleva el nombre del que era el lago favorito de la Reina, en Balmoral. Llegó a casa de Isabel II con un dorgi (un cruce entre un corgi y un daschund, perro salchicha) al que llamó Fergus, en honor a su tío materno, un héroe de guerra. Fergus murió cinco meses después y llegó un nuevo corgi llamado Sandy, un regalo de cumpleaños del príncipe Andrés y sus hijas, Beatriz y Eugenia, a la Reina por su 95 aniversario. Junto a estos dos estaban además Candy, un dorgi que quizá sea adoptado por alguno de los trabajadores de Isabel II, y Lissy, un cocker spaniel que vive actualmente con su entrenador Ian Openshaw –ha ganado varios trofeos en competiciones caninas-.
Susan, primera de la saga de corgis que se convirtieron en un miembro más de la Familia Real británica, fue un regalo a su hija del rey Jorge VI. Desde entonces no hubo vacaciones, viajes y reuniones a las que no estuvieran “invitados”. Paseaban libremente por las estancias reales, comían manjares que habían sido preparados en las cocinas reales (dieta supervisada por un veterinario) e incluso tenían un psicólogo que suavizaba su carácter. Los corgis reales ganaron fama en todo el mundo, tanto que incluso fueron representados en la moneda que se diseñó para el Jubileo de la Reina en 2002. Si pudieran hablar seguramente estos días ellos también manifestarían su tristeza.