Meghan Markle, duquesa de Sussex y esposa del príncipe Harry, cumple este jueves 41 fabulosos años en un momento pletórico en su vida que viene marcado por su reciente viaje a Reino Unido con motivo del Jubileo de Platino de Isabel II. El pasado junio los Sussex con sus hijos, Archie y Lilibet, se desplazaron a la tierra que vio nacer al Duque. Era la primera vez en dos años que Meghan regresaba tras la ‘guerra’ que se abrió cuando junto a su marido decidió abandonar sus deberes institucionales en la Casa Real británica. Han sido doce meses en los que la Duquesa ha brillado como la estrella en que ya se ha convertido, liderando su propia agenda y sus propios intereses, formando la familia que siempre soñó en su país, Estados Unidos. En definitiva, ha conseguido su ansiada libertad.
Meghan ha ido marcando su agenda y su manera de hacer las cosas desde hace meses. Fue en septiembre cuando junto a Harry protagonizó una icónica portada para la revista Time com parte de un reportaje sobre las cien personas más influyentes de mundo. El posado tuvo lugar en su casa de Montecito (California) y mostraba a una Meghan en actitud poderosa y un paso por delante de su marido. Fue solo la antesala de una aparición estelar que tuvo lugar en otoño en Nueva York en el que fue su regreso a la alfombra roja. Enfundada en un vestidazo de Carolina Herrera con escote en V, acompañó a su esposo a una gala para homenajear a los militares. En la velada su marido aseguró que estaba viviendo el sueño americano junto a Meghan. Él también por fin se sentía libre y feliz.
A pesar de vivir a miles de kilómetros, a Meghan no se le han olvidado las viejas batallas que aún tenía pendientes en Reino Unido como el litigio que emprendió contra los tabloides británicos y del que ha salido victoriosa. Ya lo ha dejado claro una y mil veces: su privacidad es sagrada y ella elige el cómo y el cuándo para sus apariciones o las de sus hijos. Así sucedió, por ejemplo, la pasada Navidad cuando los Duques decidieron compartir la primera imagen de Lilibet, su hija pequeña, seis meses después de su nacimiento, con una imagen familiar, en la que también aparecía Archie, su hijo mayor, de tres años, con la que ilustraron su felicitación navideña.
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Además de su marido y sus pequeños, Meghan sigue apoyándose en su madre, Doria Ragland, ya que la relación con su padre y con la familia de éste es inexistente desde antes de su boda con el Príncipe. Así, Doria acompañó a los Sussex a una gala de la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color donde recibieron un premio por sus logros y su servicio público. La duquesa de Sussex podía sentirse orgullosa. Su labor filantrópica se había visto recompensada fuera del paraguas de la Casa Real británica.
El encuentro con Isabel II
Sin embargo, este último año para Meghan Markle ha estado marcado por los regresos. En abril estuvo con Harry en los Países Bajos para acompañarle en los Juegos Invictus que tuvieron lugar en La Haya. El viaje incluyó una escala casi secreta y exprés a Windsor para reencontrarse con Isabel II y tomar el té con ella. La pareja vibró en la gran iniciativa del hermano del príncipe Guillermo, una especie de Olimpiadas adaptadas para veteranos y militares heridos.
Su paso por La Haya sirvió de entrenamiento para el gran regreso de Meghan a Reino Unido. Junto con el príncipe Harry, que no la soltó literalmente de la mano ni un segundo, el matrimonio se reencontró con los Windsor con motivo del Jubileo de Isabel II, que tuvo lugar los primeros días del pasado junio. La expectación fue máxima pero los Sussex, que se desplazaron desde California a Inglaterra con sus hijos, cumplieron su palabra y no eclipsaron los fastos para conmemorar los 70 años de la soberana en el trono. Participaron públicamente en dos actos, aunque solo gozaron de cierto protagonismo en la misa de acción de gracias que tuvo lugar en la Catedral de San Pablo. Coincidieron con el príncipe Carlos, con Camilla y con los duques de Cambridge, pero este encuentro solo evidenció la gran brecha que sigue abierta entre los dos hermanos ya que no hubo saludo en público.
El reencuentro con los duques de Cambridge
El resto del fin de semana, donde los Cambridge y el príncipe Carlos tuvieron casi tanta o más importancia que la propia Reina permanecieron en su casa de Frogmore Cottage, en Windsor, donde celebraron el primer cumpleaños de Lilibet. El retorno también sirvió para que la monarca y el heredero conocieran a la pequeña, aunque no trascendieron imágenes de esos momentos. Solo una vez que ya regresaron a California se conoció un nuevo retrato de Lilibet realizado por un fotógrafo de moda, amigo íntimo de Meghan. La Duquesa volvía a cumplir con su palabra de no opacar a la monarquía mientras estuviera en suelo inglés.
Ya de vuelta a casa, en territorio donde se siente segura, Meghan ha seguido con su vida, con sus tareas sociales y con su rutina diaria. Hace justo un mes, como una familia más, los Sussex, acompañados por Achie viajaron hasta la casa de unos amigos en Wyoming para festejar el día de la Independencia de Estados Unidos. Allí participaron de uno de los desfiles que se llevan a cabo en todo el país durante esta fecha tan señalada. Mientras, Harry ha seguido manteniendo alguna de sus aficiones británicas y ha vuelto a jugar al polo en un club de Santa Bárbara donde ha participado en un torneo benéfico, siempre con el apoyo y los besos de su mejor animadora, Meghan Markle.
Recientemente, Meghan y Harry se desplazaron hasta Nueva York para participar en un acto en la Asamblea General de la ONU con motivo del Día Internacional de Nelson Mandela. En las Naciones Unidas, el Príncipe, de nuevo con su esposa, pronunció un discurso en el que dijo : "Desde que visité África por primera vez a los 13 años, siempre encontré esperanza en el continente. De hecho, durante la mayor parte de mi vida, ha sido mi salvavidas, un lugar donde he encontrado paz y sanación una y otra vez. Es donde me sentí más cerca de mi madre y busqué consuelo después de su muerte, y donde supe que había encontrado un alma gemela en mi esposa". Horas más tarde, la Duquesa se dejó ver por el barrio neoyorquino del Soho, en una comida con una activista política, y ya por la noche con su marido disfrutó de una velada en un restaurante italiano de moda con varios amigos.
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