Las acusaciones de acoso de Meghan Markle vuelven a estar encima de la mesa. Un año después de que los trabajadores del Palacio de Kensington la acusaran de hacerles bullying, el Palacio de Buckingham ha finalizado la investigación que abrió al respecto y que se mantiene en secreto para preservar la confidencialidad de quiénes participaron en el informe, trabajadores actuales y antiguos sobre su experiencia laboral junto a la mujer del príncipe Harry. La Casa Real ya ha anunciado que se han realizado algunos cambios y se han actualizado las políticas para todo el personal.
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Exmiembros del servicio del Palacio de Kensington, donde tenían establecida su oficina los Sussex antes de su desvinculación de la Familia Real británica, emitieron varias quejas formales sobre el trato que habían recibido por parte de Meghan y aseguraron, según recogió entonces la prensa inglesa, que la Duquesa “siempre tenía a algún empleado en el punto de mira”. De hecho, varios de sus empleados de confianza dimitieron de sus puestos.
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Según los denunciantes, Meghan daba instrucciones a su equipo desde las cinco de la mañana en forma de correos electrónicos y mensajes de texto. Tras ello, el trato con su jefa se hizo cada vez más “difícil”. Desde el principio, la nuera del príncipe Carlos negó las acusaciones y su representante dijo a HELLO! que: “La Duquesa está entristecida por este último ataque a su persona, sobre todo como alguien que ha sido objeto de acoso y que está profundamente comprometida con apoyar a aquellos que han vivido dolor y trauma”.
Ahora, este nuevo manual de buenas prácticas se ha enviado a todo el staff y a los miembros de la Familia Real y se alienta a cualquier persona a plantear cualquier inquietud que tengan sobre la conducta de los demás y como puede informar de ello, con una política accesible para el personal a través de la intranet de Palacio.