Quién le iba a decir a Camilla Shand, novia del príncipe Carlos en los años setenta, o a Camilla Parker Bowles, el nombre que adoptó al casarse con su primer marido, que el 2022 iba a ser su año. Isabel II está utilizando su Jubileo de Platino para allanar el camino de su hijo y heredero al trono y eso pasar por reforzar la imagen y el papel institucional de su mujer, la duquesa de Cornualles. Si en febrero la soberana expresó su deseo de que el futuro Camilla ostente el título de reina consorte del Reino Unido, ahora van más allá y la invisten dama real de la nobilísima Orden de la Jarretara, la máxima distinción del país que se inspira en los valores que guiaron al legendario rey Arturo y sus caballeros de la mesa redonda. Un paso más para una mujer que resurgió de sus cenizas y va directa al trono.
La ceremonia que se ha celebrado este lunes en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor, no es un acto más, es el gesto definitivo, el broche de oro para el "vestido" que se lleva confeccionando para Camilla desde hace algo más de veinte años. En 1992, cuando su relación con el príncipe Carlos salió a la luz, como un affaire y no como la historia de amor que ha resultado ser, ella se convirtió en la villana que todo cuento necesita y desde luego nadie podía prever que se terminaría casando con Carlos en esta misma capilla y que terminaría teniendo el apoyo de toda la institución hasta este punto. Hay que recordar que cuando se casaron en el 2005, dado el escaso apoyo con el que contaban, se aclaró que no estaba en los planes de la institución el que ella fuera princesa de Gales o reina.
Esos planes han cambiado, primero de forma progresiva, introduciendo a Camilla en una institución que no la quería ni a ella le interesaba demasiado, ya que ella tenía una vida plena centrada en sus hijos y sus caballos, y después a toda máquina como si hubiera prisa por sentar las bases de un nuevo reinado. Tras la sorpresa de febrero, cuando Isabel II pidió para Camilla el título de Reina, ahora la duquesa de Cornualles ingresa en la Noble Orden de la Jarretera, la más antigua (1348) e importante que se otorga en Europa, junto con la española del Toisón (1429) y bajo el lema Honni soit qui mal i pensé (Avergüéncese quien tenga un mal pensamiento). Así, Camilla aparece por primera vez revestida de una iconografía propia de los Windsor de nacimiento y de reyes y reinas. Ella es la única consorte de su generación que ha recibido esta distinción, que sí tienen los cuatro hijos de la Reina y el príncipe Guillermo, el único nieto investido hasta la fecha.
Isabel II tiene claro que el futuro será un desafío, no será fácil cumplir con las expectativas de un reinado único en la historia de la monarquía británica, y estos movimientos aportan estabilidad, continuidad y lanzan un mensaje claro: la Reina apoya a Camilla, por tanto, el Reino Unido debe hacer lo mismo. En parte, esto ya ha sucedido, durante años Isabel II se negó a coincidir con Camilla, ni en actos públicos ni en actos familiares de carácter privado, pero la determinación de Carlos fue clave y al final su madre y la institución accedieron. Carlos había renunciado a Camilla en los años setenta porque la Corona exige sacrificios y él debía casarse con una joven "adecuada", sin embargo, después de sobrevivir a los tormentosos noventa, cuando toda su vida íntima quedó al descubierto y se cuestionaba su aptitud moral como futura cabeza de la Iglesia de Inglaterra, dejó claro que Camilla no era un asunto con el que fuera a negociar. A medida que Isabel II fue aprobando y normalizando la presencia de Camilla, también fue clave la aceptación de Guillermo y Harry, sobre todo para ese sector que nunca perdonó a la pareja la infelicidad de Diana, los británicos comenzaron a hacerlo.
Mucho se ha dicho, más después de la estrepitosa salida de Harry y Meghan de la Casa Real británica, sobre lo complejo que es entrar en la monarquía, pues Camilla lo hizo con 57 años, fue entonces, tras su boda con Carlos, cuando tuvo que empezar a hacer lo que antes no hacía: tener una agenda de trabajo y dejar que los equipos y las cabezas pensantes de la institución determinaran cómo iba a ser su exposición y su papel a partir de ese momento. Hizo lo que se esperaba de ella: comenzó a patrocinar causas benéficas, a ocupar el lugar que la Reina le daba y a apoyar a Carlos sin eclipsarlo; esto último era clave, después de los problemas que había generado la popularidad de Diana en el matrimonio, pero era fácil de lograr, ya que Camilla está cómoda dejando que Carlos sea protagonista.
Según la última encuesta de YouGov, realizada en el primer trimestre de 2022, Camilla es la octava persona más popular de la Casa Real y eso no está nada mal para la que en el pasado fue la mujer más odiada del Reino Unido. Aunque analizando la posición jerárquica que tiene que ocupar en el futuro parece conveniente que adelante algunas posiciones en un ranking en el que los más respaldados son la Reina y los príncipes Guillermo y Kate, después está Carlos, el futuro rey, pero a la duquesa de Cornualles también la adelantan la princesa Ana y la condesa Wessex. La siguiente encuesta ya recogerá los efectos de este jubileo y de la "campaña" que está haciendo Isabel II para que Camilla ocupe en la Corona un lugar similar al que tuvo su marido, el fallecido duque de Edimburgo, y su propia madre, que también fue reina consorte antes de ser reina madre, y de la que Camilla ha heredado la colección de tiaras que estaban a su disposición. Al duque de Edimburgo, el rey Jorge VI lo nombró caballero veinticuatro horas antes de que se casara con su hija, en noviembre de 1947, pero Camilla, lejos de ser investida antes de su boda, ha tenido que esperar a este momento histórico del reinado de Isabel II y demostrar primero su capacidad y compromiso con el "servicio público", porque sobre este pilar se asienta en la actualidad el sentido de una orden de caballería de origen medieval.
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