La de los duques de Sussex en las celebraciones del Jubileo de Platino de Isabel II ha sido la imagen más buscada, especialmente en el caso de Meghan Markle, que no había vuelto a estar con los Windsor desde marzo de 2020, cuando desataron su "guerra de la independencia", una ruptura histórica que análizamos en el podcast Harry y Meghan: jaque a la Reina. El príncipe Harry ya había vuelto hasta en tres ocasiones anteriores: para estar en el funeral del duque de Edimburgo, para el homenaje que se hizo a Diana de Gales por su 60 cumpleaños y para tomar un té con la Reina aprovechando su paso por Europa para los Juegos Invictus. Así que el "hielo" entre Harry y los británicos y entre Harry y los Windsor ya se había roto de alguna manera, sin embargo, el de Meghan seguía intacto. Este viernes en el que se celebran los 70 años de reinado de Isabel II, se han comenzado a "descongelar" sus relaciones (al menos de cara al público) con la presencia del matrimonio en la Catedral de San Pablo. La duquesa de Sussex ha vuelto al Reino Unido: impecable en su papel de 'princesa' y consciente de que ahora es una actriz 'secundaria'.
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Minutos antes de las once (hora local) las campanas de la Catedral de San Pablo, en Ludgate Hill el punto más alto de la ciudad, han comenzado a sonar para anunciar que iban a llegar los familiares de Isabel II para la misa de acción de gracias del Jubileo de Platino y así se ha iniciado un desfile en el que los jóvenes entraban por la puerta príncipal, que tiene unos empinados escalones, y los no tan jóvenes, lo hacían por una puerta lateral. Tras la descendencia de la princesa Margarita, los hijos de la princesa Ana o los duques Michael de Kent, ha llegado la princesa Ana y su marido, la familia Wessex al completo, Eugenia y Beatriz de York con sus respectivos maridos Jack Brooksbank y Edoardo Mapelli Mozzi, y tras ellos, los duques de Sussex, dejando claro con su presencia que están al lado de la Reina sin eclipsar a nadie. En las últimas semanas este ha sido tema constante, ya que existía el miedo que la presencia de los Sussex, que en otro momento de su vida fueron enormemente populares, dentro y fuera del Reino Unicdo, quitara el foco de lo importante: los 70 años de reinado de Isabel II y la configuración del futuro de la institución, sin embargo, esto no ha pasado, durante el desfile militar ocuparon una posición secundaria y hoy han seguido esa línea discreta.
Harry, luciendo las condecoraciones que conservó tras perder los honores militares, y Meghan, con un look sobrio y minimalista firmado por Dior y los mismos pendientes que se puso para su despedida en el 2020, entraron conforme a su papel actual como familiares de la Reina: con el resto de nietos de la soberana para estar en el interior del templo cuando llegarán las "piezas clave" de la monarquía, los anunciados por la fanfarria y protagonistas del Cortejo Real: el príncipe Carlos y la duquesa de Cornualles, futuros reyes; y los duques de Cambridge. Al bajar del coche, el príncipe Harry, que sigue tan pendiente de su mujer como el primer día, ha señalado a Meghan la solapa del abrigo, ella se la ha colocado y juntos han subido las mismas escaleras que recorrieron Carlos y Diana en 1981 cuando se celebró aquí su boda. La expectación era máxima y se han podido distinguir los aplausos a pesar del sonido de las campanas, el público congregado los ha recibido muy bien; no le ha ocurrido lo mismo a Boris Johnson, el Primer Ministro británico sacudido por el escándalo del 'partygate' (tuvo que pedir perdón a la Reina porque una de sus famosas fiestas coincidió con el periodo de luto por la muerte del duque de Edimburgo) y encargado de una de las lecturas de la ceremonia.
Harry, 'respaldado' por sus primas favoritas
Tras esto, los duques de Sussex -título que consevan a pesar de haber perdido el de Alteza Real- se han dirigido a sus sitios ubicados en segunda fila, por detrás de los condes de Wessex, y en la misma fila que estaban Beatriz y Eugenia de York, esta última es la prima favorita de Harry y la única (que se sepa) que la ha ido a visitar a los Estados Unidos. Ha sido precisamente al lado de su marido, Jack Brooksbank, donde se ha sentado Harry, al que se le ha visto bromear, con Meghan a su lado, y al lado de ella estaba Lady Sarah Chatto, hija de la fallecida princesa Margarita, la única hermana de Isabel II, que según se ha explicado en el propio servicio religioso estaba siguiendo la misa en su honor por televisión desde el Castillo de Windsor al sentirse indispuesta para acudir a la catedral tras haber estado ayer en el Saludo a la Bandera y en el encendido de balizas de la noche.
Juntos pero separados y solo a uno de los dos eventos del día
Para Meghan este es su primer acto oficial desde el 9 de marzo de 2020. antes de poner rumbo a Canadá y establecerse definitivamente en los Estados Unidos. Entonces también se celebró una misa de acción de gracias (en esa ocasión era en la Abadía de Westminster y por el Día de la Commonwealth) y la tensión y la incomodidad se podía cortar entre los Sussex y los Cambridge. Habían sido días difíciles de negociaciones y de enfrentamientos familiares para decidir cómo liban a salir de la Casa Real. Dos años después el ambiente es otro y la situación también, ya que entonces todavía estaban dentro de la institución y se sentaron muy cerca de Guillermo y Kate, lo que permitió ver la nula relación entre ambos y a los condes de Wessex intentando suavizar la situación. Esta vez no, con Harry y Meghan en una posición secundaria y ubicados estratégicamente en lugares opuestas en la catedral, parece que la foto de las dos parejas juntas no va a llegar, al menos por el momento.
Terminada la ceremonia, que ha presidido el príncipe Carlos ante la ausencia de su madre, los nietos de la Reina han comenzado a salir y en la puerta de la catedral se ha visto como Harry y Meghan esperaban su coche, que estaba inmediatamente detrás del de las hermanas York, mientras charlaban con Peter y Zara Phillips, los hijos de la princesa Ana y los nietos mayores de la Reina. Zara Phillips (Tindall desde que se casó con el jugador de rugby Mike Tindall) es la otra prima favorita de Harry, todas han sido testigo de un complicado momento familiar y de un enfrentamiento que parecía impensable: el de Guillermo y Harry, dos hermanos unidos por la prematura muerte de su madre y que hasta el 2020 navegaban en el mismo barco. Sin soltarse de la mano, Harry y Meghan bajaron los escalones y abandonaron la escena en un Land Rover negro (la marca británica que usa la Familia Real para su día a día), mientras el foco se desplazaba al Guildhall, donde el alcalde de la City de Londres ofrecía una recepción en honor a la soberana. Sin embargo, Harry y Meghan no han asistido a esta celebración, una muestra más de que su intención es la de no eclipsar los actos.
El pasado mes de abril fue la primera vez que Harry y Megan pisaron juntos suelo británico desde hace más de dos años, después de que decidiesen abandonar sus obligaciones reales. No trascendieron imágenes de aquella visita exprés en la que se reunieron con la Reina para tomar un té antes de partir a La Haya, donde se celebraban los Juegos Invictus. Por eso, en esta ocasión, la expectación era máxima ya que, además han ido con sus hijos Archie y Lilibet Diana, lo que permitió que Isabel II conociera a su bisnieta y el príncipe Carlos a su nieta. Un encuentro que, según la prensa británica, se produjo durante un almuerzo familiar y privado que se celebró en el Palacio de Buckingham tras el desfile militar del Saludo a la Bandera
Los duques de Sussex aterrizaron el miércoles por la tarde en Reino Unido junto a sus hijos, procedentes de California, donde han establecido su hogar. Lo hicieron en un jet privado y fueron recibidos por tres de los agentes de seguridad de la Reina en el aeropuerto de Farnborough y de allí les llevaron en vehículos blindados hasta su casa de Frogmore Cottage. La seguridad es una de las grandes preocupaciones del príncipe Harry, tanto que fue la razón que esgrimió para excusar su ausencia en la misa en recuerdo al duque de Edimburgo que se celebró el pasado marzo. No obstante, no se puede pasar por alto el distanciamiento con su familia, una brecha que hasta el último momento estuvo en duda sí se podría salvar para poder estar presente, con su mujer y sus hijos, en esta celebración histórica para su abuela, Isabel II.