Isabel II ha envejecido increíblemente bien y su resistencia física y su salud ya son legendarias. Se convirtió en la monarca británica con el reinado más largo en septiembre de 2015. Después de que en 2012 celebrara el jubileo de diamante, hoy logra otro récord: celebrar el jubileo de Platino, al cumplir 70 años en el trono de Inglaterra. Genio y figura. De Winston Churchill a Boris Johnson.
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A lo largo de su longeva vida, la reina, que recientemente ha celebrado su 96 cumpleaños, ha disfrutado de una salud de hierro , y no hay fórmulas secretas en su vida ni tampoco ninguna fuente de la juventud en el castillo de Windsor. La buena salud de su majestad es el resultado de una exitosa combinación de genes, hábitos saludables y una magnífica gestión de sus emociones.
A lo largo de las últimas décadas, la explicación se buscaba más allá de la genética, en el ejercicio físico y en la buena alimentación, pero cumplidos los 90, empezaron a sumarse otros factores como su carácter y su buena salud mental. Esa manera de ser: tomarse todo con mucha calma, decir lo que piensa sin guardarse nada y dar rienda suelta a su sentido del humor. O lo que es lo mismo, la ausencia de estrés y del miedo, unido también a la seguridad financiera.
De ello se habla cada vez más en periódicos y libros. Entre ellos, el de Bryan Kozlowski: Larga vida a la Reina: 23 reglas para vivir como la monarca reinante más longeva de Gran Bretaña.
Orden, disciplina y fuerza de voluntad
El orden, la disciplina y la fuerza de voluntad son los tres pilares sobre los que se ha apoyado Isabel II para superar los retos a los que ha tenido enfrentarse. Tres principios básicos que la soberana ha aplicado de forma inquebrantable sobre cuerpo y mente a lo largo de su vida. Desde el principio de su reinado hasta la fecha todo pasa por la norma, el método y la plena ejecución de horarios.
Ejercicio físico y aire libre
La reina camina todos los días con sus perros, le gusta dar largos paseos; y hasta el inicio de la pandemia seguía montando a caballo, su deporte favorito.
A lo largo de su vida ha evitado en todo lo posible estar sentada y a día de hoy sigue haciendo de pie muchas de las reuniones. Tiene su truco para no cansarse: “Mantén los pies paralelos. Asegúrate de que tu peso está distribuido de manera equilibrada”.
Ya sea al volante de su coche, andando o a caballo, Isabel II siempre encuentra la manera de “perderse” por el campo. Pueden ser ratos cortos, pero la actividad al aire libre ha sido constante.
Dieta saludable
La soberana lleva una dieta equilibrada y sin excesos, aunque se permite pequeños caprichos. En general, a su mesa solo llegan productos orgánicos -verduras frescas, fruta, caza (faisán) y aves de corral- que cultivan o crían en sus propiedades, Sandringham, Balmoral y Windsor.
La mayoría de sus comidas incluyen el pescado y llevan aceite de oliva. Y a la hora de la cena nunca se sirven ni patatas, ni arroz, ni pasta.
Bebe té Darjeeling por la mañana y Earl Grey a las cinco de la tarde -uno de los momentos sagrados de Su Majestad- y peca un poco con el dulce, especialmente con el chocolate.
Homeopatía
La Reina es una firme creyente de las medicinas alternativas y siempre tiene a mano sus curas homeopáticas. Es patrona del Royal London Homeopathic Hospital y se sabe que toma arsénico para la intoxicación alimentaria, cocculus, nuez vómica y árnica. Así lo ha apuntado a lo largo de las décadas la prensa inglesa junto al uso de otras pastillas como la belladona, tintura de ortiga y veneno de serpiente y de abejas.
La reina Victoria y el príncipe Alberto fueron los introductores de la medicina complementaria en la familia real. Su madre, la reina Elisabeth fue patrona de la Asociación Británica de Homeopatía; y su hijo, el príncipe Carlos se ha postulado como el más firme defensor llegando a interceder ante el Gobierno para que fuera más flexible con la homeopatía.
Capacidad de adaptación
La Reina es una maestra de la resiliencia. Desde joven supo que tenía que ser flexible y adaptarse para fortalecer la Monarquía y nunca se ha apartado del camino. Con la corona puesta sobre su cabeza y los pies en la tierra ha ido evolucionando en paralelo a los cambios políticos, sociales, tecnológicos, científicos, y, por supuesto, familiares. Siempre encajó bien la adversidad y siempre se sobrepuso a las dificultades mirando al futuro y manteniendo la estabilidad, la solidez y la tradición de la milenaria Institución. Como enfatiza Kozlowski en Long Live The Queen: “No deja de aprender y abrazar nuevas experiencias”.
Sin conflictos, siempre en positivo
Isabel II odia los conflictos y su ya legendario lema de “no quejarse y no dar explicaciones” define su talante para abordar los problemas. No siempre es fácil ni cómodo, pero Isabel II ante una situación adversa siempre busca el lado positivo o beneficioso del que aprender. Hay algo bueno en casi todo y no hay que preocuparse en exceso.
Propósito de vida
Con 95 años -a treinta de la edad de jubilación en el Reino Unido-, difícilmente encontraremos a una persona con más propósito en la vida que la reina Isabel II. La Corona lo es todo, aunque también encuentra momentos para hacer lo que le gusta o le divierte. Como a menudo ha manifestado, su labor (ante todo el deber) y su vida van de la mano. No se pueden dividir, no puedes retirarte, renunciar o abdicar de tu verdadera vocación.
Calma y reflexión
En su esquema mental no caben las reacciones viscerales. La vida le ha demostrado que la calma, la serenidad y la reflexión siempre son el mejor camino. Ni a lo largo de su dilatada vida pública, ni en sus momentos más difíciles o tristes, se ha podido constatar una sola vez en la que Isabel II haya tenido un atisbo de pérdida de control en sus acciones, gestos o declaraciones.
Mente activa
Además de sus obligaciones como soberana, a la reina le encanta todo lo que desafía su mente: los rompecabezas, las adivinanzas, los jeroglíficos, los crucigramas crípticos de los rotativos, mantener al día su diario…Y es una experta encontrando gazapos históricos.
Sentido del humor: su Majestad sí se divierte
Al estilo de la Reina Madre, cuyo sentido del humor es legendario, su hija Isabel sabe cómo disfrutar de una buena broma. Con una risa franca y abierta siempre está dispuesta a echarse una carcajada. Maneja la sorna, es ocurrente y sorprende su ironía y espontaneidad. Es su manera de ser, pero también la mejor herramienta para conseguir que las personas se sientan más cómodas a su lado. Especialmente a las que no conoce. Romper el hielo, hacer que los demás se sientan a gusto también es una parte importante de su trabajo.
“Me han regalado dos ramos esta misma semana. Tal vez me quieren muerta”, decía no hace mucho cuando en una conversación sobre los lirios del valle, le contaban que, en otra época, se utilizaban como veneno.
Ser práctica y simplificar
Hace décadas que aprendió a no preocuparse tanto por lo que pensarán los demás, y a valorar lo que de verdad importa para seguir avanzando. El tiempo es oro, aunque no lucha contra él y asumió la vejez como algo natural. Nunca se preocupó de sus arrugas y, en 1990, también dejó de teñirse. Desde entonces lleva el pelo gris que le da un aire entrañable y reverencial.
Como la reina práctica que es, Isabel II no pierde horas decidiendo qué se va a poner o cómo va a combinar su ropa. Creó un estilo soberano y a todo color, y siempre ha estado por encima de las pasarelas. Su look real es su identidad.
Un símbolo, la reina de reyes
Va a cumplir 96 años y todavía mantiene la entrega, dedicación y compromiso que le exigen su alta responsabilidad con la Corona. Ha reducido notablemente su actividad -ya no viaja y delega cada vez más-, tiene problemas de movilidad, y empieza el temor a lo irremediable, pero, increíblemente, Su Majestad sigue llevando las riendas del reino y llenando los años de vida.