El balcón del Palacio de Buckingham lo ha vivido todo desde que se mandó a construir el ala en el que se encuentra tras el matrimonio de la reina Victoria. La residencia oficial del monarca británico en Londres ha sido testigo silencioso de un sinfín de ceremonias de Estado y de acontecimientos históricos, pero el que se ha celebrado este jueves 2 de junio ha sido único, ya que por primera vez una soberana británica celebra un Jubileo de Platino. Los 70 años de Isabel II han comenzado con el tradicional Saludo a la Bandera, conocido en el Reino Unido como Trooping the Colour, el vistoso desfile militar que ha salido del palacio para recorrer The Mall y hacer la tradicional parada de tropas en la Sede de la Caballería, tras esto, ha llegado el momento de retirarse para saludar desde el balcón a una multitud que esperaba desde primera hora en los alrededores del memorial de la Reina Victoria, completamente cubierto por un escenario y las gradas en las que se celebrarán estos cuatro días fiesta. Entonces, a las 12:20 en Londres, ha llegado uno de los momentos álgidos, Isabel II se ha asomado al balcón acompañada de su primo favorito, el duque de Kent, desde allí los dos nietos del rey Jorge V han presenciado el desfile y la soberana ha aprovechado para hacer una referencia al futuro y diferenciar entre los que tienen sitio en el balcón y los que no.
Aproximadamente cinco minutos después, la Reina y el duque de Kent, que ostenta este título desde 1942, es decir, diez años antes de que Isabel II llegara al trono y además es Coronel de la Guardia Escocesa, se han retirado la interior del palacio y las puertas se han cerrado. A toda marcha en los jardines se colocaban los cañones para hacer salvas en honor a la soberana, mientras una multitud avanzaba por la avenida (The Mall) hasta dejarla totalmente cubierta, a la vez arrancaban los motores de los aviones de la Real Fuerza del Aire Británica en el aeródromo de Northolt, al oeste de Londres, para poner la guinda al desfile con su exhibición aérea, el momento más esperado por los bisnietos de la Reina y protagonistas del día, los príncipes George, Charlotte y Louis de Cambridge.
Todo milimetrado, cronometrado y estudiado. A la una en punto y con una gran ovación se han abierto las puertas cubiertas por un velo para evitar que se vea desde el exterior los movimientos de la familia, para entonces incluso había algo de sol, y al balcón ha salido la Reina, ahora sí acompañada por el príncipe Carlos, el futuro rey; la duquesa de Cornualles, futura reina consorte por expreso deseo de la soberana; los duques de Cambridge con sus tres hijos, los príncipes George, Charlotte y Louis; y los condes de Wessex con sus dos hijos, Lady Louise y James, vizconde Severn. Además no ha faltado la princesa Ana y su marido, la única excepción, ya que Tim Laurence no es un miembro activo de la Casa Real británica; también han estado os duques de Kent y de Gloucester, un resquicio de la "vieja guardia", que también han tenido lugar en la Procesión Real.
Esta transformación del balcón ha venido en parte motivada por el difícil encaje que tienen a día de hoy los miembros "incómodos" de la Casa Real británica. Se pone de manifiesto como las desavenencias familiares, en el caso de Harry y Meghan, y la delicada situación en la que quedó el príncipe Andrés tras llegar a un acuerdo extrajudicial relacionado con el Caso Epstein, afecta a la configuración de un acto oficial de la máxima relevancia institucional. Algo similar sucedió durante el funeral por el duque de Edimburgo, cuando se rectificó la decisión (y la última voluntad del marido de la Reina) de que los hombres de la familia vistieran uniformes militares, ante la imposibilidad de que Andrés y Harry los llevaran.
Pero hay que reconocer que la monarquía británica siempre encuentra una solución a este tipo de dilemas y los nietos y bisnietos han estado presentes en el gran día de Isabel II sin la relevancia histórica e institucional que proporciona el balcón de la residencia oficial de la jefa del Estado. Los Sussex (los que más podían eclipsar el día), los York (sin el príncipe Andrés), los Tindall y los Phillips, los dos últimos son la descendencia de la princesa Ana y su primer marido, han celebrado el Saludo a la Bandera desde fuera del Palacio de Buckingham, concretamente a cinco minutos y al otro lado del parque St.James, en la Sede de la Caballería en cuyo Patio de Armas ha tenido lugar el acto central del desfile.
Lejos queda ese balcón abarrotado que vimos en el 2019, cuando se celebró por última vez este desfile y no había llegado la pandemia ni el príncipe Andrés había sido retirado de la vida pública por su vinculación con el Caso Epstein ni había fallecido el duque de Edimburgo y el príncipe Harry y la duquesa de Sussex formaban parte activa de la Familia Real. Ahora la soberana muestra lo que son sus "piezas clave" para el futuro de la monarquía: el primero y el segundo en la línea sucesoria. Una monarquía reducida, como al parecer es el deseo del príncipe Carlos y viene sucediendo en el resto de monarquías parlamentarias de Europa con cada relevo generacional. A lo largo del todo año jubilar, Isabel II viene dando muestras de que está trabajando en una nueva configuración de la institución pensando en el momento en el que ella no esté. De hecho el pasado 6 de febrero, cuando se cumplieron los 70 años de la muerte del rey Jorge VI y de la ascensión de Isabel II al trono, la soberana quiso mandar un mensaje muy concreto: "Cuando, en la plenitud de los tiempos, mi hijo Carlos se convierta en Rey, sé que le daréis a él y a su esposa Camilla, el mismo apoyo que me has dado a mí. Cuando llegue ese momento, que Camilla sea conocida como reina consorte mientras continúa con su leal servicio".
Estas celebraciones no han hecho más que arrancar, por delante quedan cuatro días de fiesta y momentos concretos en los que cabe la posibilidad de que Isabel II vuelva al balcón, como durante la Platinum Party, que se celebrará este sábado por la noche en un escenario ubicado frente al Palacio de Buckingham en el Memorial Reina Victoria o la actuación del domingo en la que se cantará el Dios Salve a la Reina para cerrar los fastos. Entonces, no se sabrá hasta el último momento, las puertas de este balcón podrían volver a abrirse y de nuevo Isabel II, la monarca británica más longeva de la historia, volverá a saludar y entonces se verá quién tiene sitio y quién no.