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Isabel II celebra su Jubileo de Platino: 70 años en el trono

Los otros soberanos británicos que tuvieron reinados extraordinarios

El rey Jorge III comenzó la tradición y la reina Victoria la llevó a las calles


Actualizado 2 de junio de 2022 - 9:44 CEST

El 9 de septiembre de 2015, Isabel II se convirtió en la soberana con el reinado más largo de Gran Bretaña. Ese día tenía en la agenda un viaje en tren de vapor desde Edimburgo a Tweedbank para inaugurar una línea de ferrocarril. Así, a toda máquina, Isabel II cumplió con ello y siguió adelante, siguió sumando hitos a su reinado y creando en torno a su figura records que difícilmente se podrán superar en el futuro. Este Jubileo de Platino, que marca sus 70 años en el trono, es la guinda de un reinado atípico por su duración, de hecho, su abuelo, el rey Jorge V, solo reinó durante 25 años, mientras que su padre, el rey Jorge VI, murió a los 15 años de ascender al trono. El de Isabel II es el más extraordinario de todos los reinados, superando el de su tatarabuela, la reina Victoria, y el del rey Jorge III.

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Los otros soberanos británicos que tuvieron reinados extraordinarios© Getty Images
Retrato de Jorge III pintando por Alan Ramsay en 1767
© Getty Images
En este trabajo se representan las celebraciones que tuvieron lugar en Londres en 1809 para marcar el Jubileo de Oro del rey Jorge III, esa es la fachada de Mansion House, donde tuvo lugar la fiesta principal

Fue con el rey Jorge III, el primero en tener un reinado excepcionalmente largo para la esperanza de vida de la época, con el que empezó la celebración de los años del jubileo en torno al soberano. Jorge III reinó desde octubre de 1760 hasta su muerte en 1820 y fue en 1809 cuando celebró el Jubileo de Oro para marcar sus 50 años en el trono. Entonces él y su familia asistieron a una misa en el Castillo de Windsor, su residencia favorita y donde reposan actualmente sus restos mortales. Tras el servicio religioso, el rey Jorge asistió a una gran fiesta con exhibición de fuegos artificiales en Frogmore, un parque privado en el interior de los terrenos del castillo. Las fiestas en su honor, un rey que pasó a la historia por perder las colonias, que más tarde serían los Estados Unidos, y ganar las Guerras Napoleónicas, continuaron en Londres con un servicio de acción de gracias en la Catedral de St. Paul (exactamente igual que va a suceder este viernes 3 de junio en honor al reinado de Isabel II) y una cena en Mansion House, la residencia oficial del alcalde de la City de Londres.

Si el rey Jorge III –que pasó sus últimos años enfermo en el Castillo de Windsor- sentó las bases para estos fastos, fue la reina Victoria la que los popularizó, es decir, la que hizo que los ciudadanos británicos participaran. La reina Victoria, un icono nacional que había tenido el reinado más largo (casi 64 años) hasta que su tataranieta, Isabel II, la superó, celebró los jubileos de oro y diamante marcando los 50 y 60 años de su reinado. Para la reina Victoria las celebraciones por su Jubileo de Oro, en junio de 1887, comenzaron también en Frogmore, ya que allí es donde había sido enterrado su marido, el príncipe Alberto. Tras un desayuno en los jardines de Frogmore, cogió el tren de Windsor a Paddington para celebrar en el Palacio de Buckingham un banquete real con baile al que asistieron miembros de monarquías extranjeras, autoridades británicas y jefes de gobierno de los territorios de ultramar. Al día siguiente la reina Victoria se embarcó en una procesión real hasta la Abadía de Westminster y fue entonces cuando los británicos llenaron las calles e hicieron suya la fiesta. Al regresar al Palacio la reina Victoria se asomó al balcón e impulsó esa imagen que ha resistido el cambió de los tiempos y reinados.

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Imagen de la reina Victoria vestida para la misa por su Jubileo de Oro en 1887  
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Imagen del desfile y la procesión real que se celebró en 1897 para marcar el Jubileo de Diamante de la reina Victoria

Diez años después, en junio de 1897, la reina Victoria comenzó su Jubileo de Diamante con una procesión a la Catedral de St. Paul, donde se celebró un breve servicio religioso tras continuar recorriendo las calles más emblemáticas de Londres, el Puente de Westminster y las Casas del Parlamento. "Nadie, creo, se ha encontrado como una ovación como la que me han dado a mí. Los vítores eran ensordecedores y los rostros transmitían verdadera alegría, me sentí conmovida y gratificada", escribió esa noche la reina Victoria, que entonces ya comenzaba a dar muestras de debilidad y murió en enero de 1901, en su diario.

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