La salud no le ha acompañado en las últimas semanas, tampoco las alegrías ni los buenos momentos en los dos últimos años, pero mañana, 29 de marzo, Isabel II está decidida a rendir homenaje al duque de Edimburgo con una Misa del Recuerdo, en la Abadía de Westminster. Será otro momento conmovedor para la reina quien, cuando está a punto de cumplirse un año de la muerte de “mi querido marido”, se espera recibirá personalmente el pésame de una larga lista de reyes y príncipes.
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A este servicio conmemorativo especial asistirá la familia Windsor al completo , a excepción del príncipe Harry y Meghan Markle, y la mayoría de las familias reales de Europa. La acompañarán los reyes de España; Carlos Gustavo y Silvia de Suecia; Margarita de Dinamarca; Felipe y Matilde de los belgas; Guillermo, Máxima y la princesa Beatriz de los Países Bajos; la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo; el príncipe Alejandro y la princesa Catalina de Serbia; los príncipes Pablo y Marie Chantal de Grecia; Margarita, Custodio de la Corona de Rumanía y el Príncipe Radu. Asimismo, se espera también que esté presente algún miembro de la familia real de Jordania, Bulgaria, y de las principescas de Mónaco y Liechtenstein. A ellos se unirán tres príncipes alemanes, familia del príncipe Felipe; representantes del Gobierno británico, de la iglesia, de los territorios de ultramar, de los patronatos y de las organizaciones benéficas -hasta 700- a las que estuvo vinculado.
Aunque sea por un motivo triste, llegó el momento del reencuentro de las familias Reales. La última gran reunión de reyes y príncipes fue en Japón, en octubre de 2019, cuando asistieron a la entronización del 126º emperador japonés, Naruhito. Desde entonces, y a pesar de varios intentos, la pandemia obligó a que las celebraciones organizadas alrededor de grandes acontecimientos históricos, se fueran cayendo de las agendas. También el gran homenaje al duque. La misa que ahora revivirá las escenas del funeral de la reina madre -la última gran cita luctuosa- con todas las casas reales presentes, en 2002, sin olvidar el último adiós al gran duque Juan de Luxemburgo, en 2019.
Las imágenes de la Soberana sentada sola en la capilla de St. George (Windsor) dieron la vuelta al mundo. Con solo treinta invitados no pudo celebrar el funeral que quería para su marido, pero ahora, con 1.800 invitados presentes en la Abadía, ha llegado el momento de compartir recuerdos, celebrar su vida y su impresionante legado. Como ha informado Daily Mail, y si no lo impide ningún contratiempo de salud, Isabel II será trasladada en helicóptero desde el castillo de Windsor hasta Buckingham, corazón de la monarquía británica desde 1837; y desde palacio a la abadía de Westminster irá en coche.
La Reina tiene cada vez más problemas de movilidad -lo comentó la propia Soberana durante una audiencia reciente en Windsor: “Como pueden ver, no me puedo mover”; y la prensa inglesa apunta a que, además de sus problemas para caminar, le cuesta estar de pie mucho tiempo, ya no puede sacar a pasear a sus perros y habría empezado a usar una silla de ruedas. Para acceder al templo, podría utilizar una, pero, al parecer, Isabel II se resiste; y como no quiere ser fotografiada teniendo dificultades para caminar o dando la imagen de una reina vulnerable, ha pedido que le “acorten” el camino. Para ello, puede entrar al edificio a través de la puerta lateral Poets‘ Corner, sin cámaras y fuera del ojo público, incluso, por primera vez, adelantarse a la llegada de los invitados para tomar asiento en The Sanctuary.
A principios de este mes se conocía que Isabel II no tenía intención de regresar al palacio de Buckingham; y su ausencia en el Servicio del Día de la Commonwealth, después de cancelar varias apariciones en eventos públicos, nos ha dado una idea del futuro real. No está enferma y sigue tan comprometida con sus deberes de Estado como siempre, pero los años la están alcanzando. En abril cumplirá 96. Probablemente habrá un giro radical en sus compromisos públicos. Seguirá cumpliendo con su deber, pero de una manera mucho menos visible. Elizabeth II no es sobrehumana y sus salidas dependerán de cómo se encuentre ya por el resto de su reinado.
Además del peso de la edad, los dos largos años de pandemia, que la aislaron y cambiaron su vida y su forma de trabajar, no han ayudado. Tampoco el abandono del príncipe Harry, sus acciones y sus declaraciones desde California; los graves problemas de su hijo más querido, el príncipe Andrés, caído en desgracia; y lo más importante, la pérdida de su marido. El duque de Edimburgo dejó un enorme vacío en su vida y siempre lo tiene presente. En sus discursos, cuando habla de su “amado Felipe”; con su ropa y sus joyas, que conmemoran fechas especiales juntos; apropiándose de su alto bastón; o cuando busca refugio en Wood Farm, la cabaña preferida de su marido, en los momentos de mayor nostalgia.
Ni castillos ni palacios, una acogedora casa de cinco habitaciones donde el servicio viste ropa de campo -sin libreas- y no hay protocolo ni reverencias. La redecoró y la pintó el príncipe Felipe, el mar está a un par de kilómetros, las vistas son excelentes, hay una iglesia cerca, St. Peter… Y allí alargaron su último verano juntos. La reina dejó de viajar largas distancias en 2010 y, doce años después, la agenda se adaptará a las necesidades. Ahora, tras superar el coronavirus y de homenajear a su marido, seguramente reservará fuerzas para participar en los momentos más importantes de su jubileo de platino. Los años la han obligado a dar su mayor paso hacia atrás en la vida pública y poco a poco, la transición se irá completando. Probablemente ya no habrá más carruajes, ni mantos de armiño, ni pesadas coronas.