El inicio del nuevo año no está siendo nada fácil para Isabel II. Horas después de quitar los títulos militares y los patrocinios reales al príncipe Andrés en medio de su batalla legal, este viernes la monarca ha recibido públicamente la disculpa del Primer Ministro británico Boris Johnson por haber organizado una fiesta en el número 10 de Downing Street (residencia oficial y oficina de trabajo del político) la noche anterior al funeral del duque de Edimburgo. Una fecha en la que, además, había fuertes restricciones derivadas de la crisis sanitaria. "Es profundamente lamentable que esto tuviera lugar en un momento de duelo nacional y el Nº10 ha pedido perdón a Palacio. El Primer Ministro asume la responsabilidad por las cosas que no hicimos bien", ha asegurado un portavoz del Premier, quien suele tener cada miércoles una reunión de trabajo con la soberana.
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Este mensaje llega tras conocerse mediante The Daily Telegraph que el 16 de abril hubo una fiesta para despedir al entonces jefe de comunicación, Jack Slack, que dejaba su puesto para comenzar a ejercer como subdirector de The Sun. "Ese evento nunca debió ocurrir en aquellos momentos. Lo lamento profundamente y asumo la total responsabilidad", ha indicado. En las celebraciones, según el citado diario, estuvieron aproximadamente 30 personas y la música se mantuvo hasta bien entrada la madrugada. Entre los asistentes, sin embargo, no se encontraria Boris Johnson porque estaba en su casa de campo de Chequers, pero el Primer Ministro sí habría autorizado los festejos.
Cuando el duque de Edimburgo falleció, el país tenía prohibidas las reuniones en interiores entre personas no convivientes. Precisamente las restricciones que había en ese momento marcaron el funeral del marido de Isabel II,oficiado por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, junto al deán de Windsor, David Conner. Lejos de la multitud que se esperaba que congregaría un acto de estas características, tan solo hubo treinta asistentes a pesar de tener la capilla de San Jorge del castillo de Windsor capacidad para 800. La Reina, que aseguraba haber perdido a su fuerza y apoyo, tuvo que sentarse sola en el interior del templo, donde sus hijos, nueras y nietos estaban también separados para cumplir con la distancia de seguridad.
Boris Johnson, en el punto de mira
No es el primer escándalo que salplica esta semana a Boris Johnson. El mandatario pedía el miércoles disculpas ante la Cámara de los Comunes por haber participado el 20 de mayo de 2020 en una fiesta de unas cuarenta personas cuando el mundo entero atravesaba una etapa de duro confinamiento en el que las salidas y la movilidad estaban limitadas. En su comparecencia decía ser consciente de la rabia que produce en la población el hecho de que en Downing Street no se cumplieran las reglas, pero se excusaba diciendo que había estado media hora y que en todo momento pensó que se trataba de una reunión de trabajo. Tanto esta celebración como la anteriormente citada, hechos bautizados com Partygate, están siendo investigados por la vicesecretaria permanente de la Oficina del Gabinete Sue Gray.
Tras esas declaraciones cancelaba su visita a Lancashire por el positivo en covid de un miembro de su familia cuya identidad no ha sido revelada. Pero el hecho de no aparecer en público no ha hecho que aminore la polémica y cesen los comentarios alrededor de Boris Johnson, que hace un mes se convertía en padre por séptima vez. Keir Starmer, del Partido Laborista y líder de la oposición, ha pedido que "tenga decencia y dimita". También lo han hecho otros politicos como su compañero, el líder del Partido Conservador en Escocia, Douglas Ross: "Si el premier estuvo allí, como ha aceptado hoy no puede continuar en su puesto. Su posición es insostenible". Llegados a este punto, los diutados podrían poner el marcha el engranaje para hacer una moción de censura con el envío de al menos 54 peticiones al Comité Parlamentario 1922.