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Los duques de Cambridge se unieron a toda la familia, liderada por el príncipe Carlos, para rendir homenaje a quienes perdieron la vida en guerras y conflictos en el Festival del Recuerdo celebrado en el Royal Albert Hall, de Londres. Conmemoraban, también, los cien años de la Real Legión Británica y todos vivieron un momento muy especial cuando el público levantó sus brazos para que sus pulseras brillaran en rojo, creando el efecto de un campo de amapolas. La flor que llevaban todos los Windsor y simboliza la sangre derramada y el pésame nacional.
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Había buenas expectativas: al día siguiente, la Reina se uniría a ellos para el gran Día del Recuerdo, aunque finalmente no fue posible. En el último momento, tres semanas después de su hospitalización (20 de octubre) y descanso forzoso, Isabel II volvía a posponer su reaparición.
“La Reina, tras haber sufrido una lesión muscular en la espalda, ha decidido esta mañana, con gran pesar, que no podrá acudir al cenotafio”, informó un portavoz de Palacio. La soberana “está decepcionada por perderse el servicio”.
La noticia de que había tenido un esguince, después de verla usando un bastón, añade peso a la idea de que los problemas de la monarca están relacionados, en gran medida, con la movilidad, pero también genera incertidumbre.Los británicos están preocupados por su salud. Tiene noventa y cinco años y, aunque el príncipe Carlos aseguraba estos días que “ella está bien”, la sombra del cambio de era empieza a extenderse sobre la nación.
Cuando cumplió noventa años dejó de realizar viajes al extranjero y, a partir de ahora, es posible que ya no la veamos con tanta frecuencia.
El nuevo revés de Isabel II y su ausencia en el balcón pesó mucho en todos y marcó, junto a la emoción de Kate y la seriedad del príncipe Carlos el día de su setenta y tres cumpleaños, las celebraciones en el cenotafio. Un día sagrado para Su Majestad —se celebra siempre en el domingo más cercano al 11 de noviembre—, en el que su heredero depositó su corona junto a la suya… Y toda la familia rindió homenaje a las Fuerzas Armadas, a los veteranos y a los soldados caídos desde la I Guerra Mundial, aunque nada fue igual. Tampoco cuando, al final de la ceremonia, sonó el himno nacional, God Save The Queen.