Todo estaba preparado para la reaparición en público de Isabel II tras casi un mes, pero finalmente no pudo ser. Un nuevo problema de salud obligó a la soberana británica, de 95 años, a perderse los actos del Domingo del Recuerdo ( o Día del Armisticio) por primera vez en 22 años. Este acto no es uno más en su agenda institucional, sino que tiene un gran significado para la Corona y para el país. La Familia Real británica se vuelca con el conocido también como Día de la Amapola en el que se rinde homenaje a los militares caídos en tiempos de guerra y por eso la Reina quería estar presente en el Cenotafio de Londres para recordar a los que dieron su vida por la nación. “La Reina, tras sufrir una lesión de espalda, ha decidido esta mañana, con gran pesar, que no podrá asistir al servicio del Domingo del Recuerdo de hoy en el Cenotafio. Su Majestad está decepcionada por no poder asistir a este servicio”, según el comunicado. Una vez más, ha sido un problema de salud lo que ha impedido a la soberana participar en persona en un acto, provocando cierta inquietud. Aunque el primer ministro británico ha asegurado que la Reina “está muy bien” quizá a partir de ahora y dados los achaques de los últimos tiempos el papel institucional de la soberana se reduzca aún más y casi no se la vea en público.
Desde el 19 de octubre, la Reina no acude en persona a ningún acto de su agenda. Sí que ha seguido trabajando en tareas de despacho y ha participado en audiencias y encuentros de manera telemática, de ahí que a pesar de su “firme intención” de acudir a los actos de este domingo, finalmente tuviera que conformarse con seguir la ceremonia por televisión desde el Castillo de Windsor y ver como su hijo, el príncipe Carlos, depositaba un corona de flores en su nombre, según informa el Daily Mail. Isabel II vivió en su adolescencia junto a su pueblo los sinsabores de la Segunda Guerra Mundial y por eso cada año acude con toda la solemnidad a este memorial. A pesar de que la lesión en la espalada no tiene nada que ver con el ingreso hospitalario del 20 de octubre, a partir del cual los médicos la recomendaron descansar, su ausencia ha sido de lo más comentada, ya que solo se la ha perdido en seis ocasiones en todo su reinado: cuatro de ellas fueron por encontrarse en visitas en el extranjero y las otros por estar embarazada de sus hijos menores. Este último revés ha hecho especular con la posibilidad de que quizá ya no se la vea tanto en público y que se centre en trabajar en asuntos menos exigentes que no impliquen salidas de Palacio.
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A todo esto se le suma que los esguinces en la espalda suelen mejorar pasadas entre dos y seis semanas, pero para una persona de la edad de la monarca se tardaría el doble, según declaraciones del cirujano pediátrico del hospital de Gloucestershire, Yousaf Shah, a The Sun. Estar tantas horas de pie en los actos del domingo hubiera sido fatal para su dolor de espalda, asegura este médico a la vez de que indica que el tratamiento puede incluir cremas antiinflamatorias y analgésicos en una primera etapa para luego continuar con ejercicios ligeros de fisioterapia. La agenda de la monarca inglesa es de lo más exenta y variada. Incluye desde viajes por todo Reino Unido, recepciones de primer nivel o investiduras en las que tiene que empuñar la pesada espada ceremonial de su padre, Jorge VI, para nombrar caballeros. Unas funciones que exigen estar mucho tiempo de pie y que cada vez más se encargan de celebrar sus hijos. Hasta ahora y a pesar de su avanzada edad, Isabel II no había dado muestras de agotamiento, pero este otoño todo ha sido diferente.
La última vez que se la vio en público fue el 19 de octubre en una recepción en Windsor con líderes mundiales, entre los que se encontraba Bill Gates. Antes, había aparecido con bastón, por primera vez en 17 años. Al día siguiente pasó la noche en el hospital para realizarla unas pruebas preliminares y después canceló un viaje a Irlanda del Norte en el último minuto por recomendación médica. Desde entonces se la aconsejó que descansara durante al menos quince días más y se había preparado a conciencia para reaparecer, sin embargo, finalmente no pudo ser.