A sus 95 años parece que a Isabel II empieza a pesarle la edad. En todos los años de su dilatado reinado, la Reina se ha mantenido en muy buena forma y con una agenda frenética. Sin embargo, desde que la noche del pasado 20 de octubre estuvo ingresada en el hospital algo ha cambiado. La imparable soberana sigue al pie del cañón con sus compromisos, pero modificados para evitar que se fatigue. De momento, ya ha suspendido dos viajes: el primero, a Irlanda del Norte y el segundo, a Glasgow con motivo de la cumbre Cop26 contra el cambio climático. Además, en sus actos públicos siempre irá acompañada de un miembro de primera fila de la Familia Real para que, en caso de que ella tenga que ausentarse, no haya que suspenderlo ni aplazarlo. Muy a su pesar no solo su vida pública se ha trastocado. Los médicos la han recomendado sosiego y tranquilidad para que pueda descansar y eso pasa por sacrificar algunas de sus grandes aficiones como pasear a sus perros, ver la televisión hasta tarde o montar a caballo, una práctica que seguía haciendo a pesar de ser nonagenaria.
A raíz de las cancelaciones de los últimos días se ha sabido, según recoge The Sun, que la soberana británica se vio obligada hace dos meses a dejar la hípica por sufrir “molestias”, aunque estaría decidida a volver a subirse a lomos de sus ponis pronto. Avezada amazona desde niña y gran amante de las carreras de Ascot, seguro que está deseando poder disfrutar de sus hobbies a la mayor brevedad posible. A esto se le suma la prohibición de sus paseos diarios con sus perros por los alrededores del Castillo de Windsor, una actividad que su entorno considera que ha sido un “tónico” y responsable de su buena salud. No hay constancia de que Isabel II haya tenido que renunciar a otra de las actividades que más le suele gustar en su tiempo libre: conducir su propio vehículo, algo que su marido, el recordado duque de Edimburgro, hizo hasta unos años antes de fallecer.
- Isabel II, de 95 años, rechaza el premio 'Anciana del año' porque se siente joven
- Isabel II habla por primera vez del duque de Edimburgo seis meses después de su muerte
Gracias a la tecnología, la monarca puede seguir participando de algunos de sus actos institucionales, evitando los desplazamiento como le han aconsejado los médicos. Así, por ejemplo, este miércoles dio la bienvenida a los nuevos embajadores de Suiza y Corea del Sur en las que se convirtieron en sus primeras imágenes tras su paso por el hospital. Con un vestido amarillo, collar de perlas y la mejor de la sonrisas, pudo estar en la audiencia de manera telemática, donde presentó un aspecto inmejorable, ya que ella se encontraba en el Castillo de Windsor y los diplomáticos en Buckingham.
Desde que el pasado 13 de octubre cuando apareció con bastón en un acto en la Abadía de Westminster, en el que estuvo acompañada de la princesa Ana, la salud de la soberana está de actualidad un día sí y otro también. Era la primera vez en 17 años que recurría a esta ayuda que no atendería a ningún problema sino a facilitarle más confort a la hora de caminar por el empedrado suelo de la entrada del templo londinense. Desde el pasado abril, cuando murió Felipe de Edimburgo, la monarca ha tenido 120 compromisos institucionales.