Los palacios y castillos de la realeza están llenos de historias y leyendas. Los de Isabel II, que figuran entre los más espectaculares del mundo, no se libran y sobre ellos se han escrito ríos de tinta. Causan una especial fascinación las entradas secretas, los jardines escondidos o los atajos que son todavía usados por la soberana y su familia cuando se hospedan en las residencias reales y que pasan totalmente desapercibidos a los ojos de los turistas. El último de estos ‘secretos’ acaba de ser revelado por Jack Brooksbank, marido de la princesa Eugenia de York, que en el transcurso de una fiesta aseguró que el palacio de St. James tiene un túnel que comunica directamente con un bar de copas, lo que facilitaría a los miembros de la realeza británica poder salir del inmueble sin ser vistos y con total discrección.
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El empresario hizo estas declaraciones a Richard Eden, editor del Daily Mail, durante una fiesta de Casamigos, la firma de tequila para la que Brooksbank trabaja y que cofundó el actor estadounidense GeorgeClooney. “Hay un túnel desde el Dukes Bar hasta el Palacio de St.James. No lo he usado todavía, pero me encantaría probarlo”, asegura el periodista que le dijo el yerno del príncipe Andrés. Aunque puede resultar una historia un tanto fantasiosa, lo cierto es que en Londres hay una gran red de pasajes bajo tierra construidos durante la Segunda Guerra Mundial y que habrían sido útiles durante los bombardeos de la Alemania nazi.
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El palacio de St. James se levanta en el distrito londinense de Westminster y fue construido por el rey Enrique VIII entre 1531 y 1536 en estilo Tudor y consta de su cracterístico ladrillo de color rojo.Se da la circunstancia que el Dukes Bar se encuentra a escasos metros de la vivienda de los Windsor. El establecimiento dedicado a los cócteles se encuentra albergado dentro del Hotel Duke, de cinco estrellas donde una copa puede costar hasta 20 euros. St. James es uno de los enclaves que usa la Familia Real en la actualidad, especialmente para eventos familiares como los bautizos de algunos de los bisnietos de la Reina o bodas como la de Flora Ogilvy, nieta de la princesa Alexandra, prima de Isabel II, que tuvo lugar el pasado septiembre.
Esta revelación de Jack Brooksbank ha sacado a la palestra la existencia de estos pasadizos en el resto de castillos de la Corona británica. En el documental The Queen’s Palace se contó que el Castillo de Windsor, al que la soberana ha regresado este mismo lunes tras dos meses en Balmoral, tiene una salida oculta, que recuerda a las mismísimas películas de James Bond. También se ha comentado en el pasado que el Palacio de Buckingham conecta con otros edificios emblemáticos de la capital británica como son las Casas del Parlamento. Hay quien incluso va más allá y afirma que hay una ferrocarril subterráneo que discurre desde la Oficina de Correos hasta el Palacio. De hecho, la Reina cuenta con una puerta secreta detrás de un espejo del Salón Blanco de su emblemático palacio que conduce directamente a sus dependencias privadas y que la permite ahorrarse los paseos por los interminables pasillos de Buckingham.
En Finding Freedom, la biografía de los duques de Sussex, se cuenta que tanto el príncipe Harry como Meghan usaban una entrada secreta para acceder al Palacio de Kensington, durante la etapa en la que estuvieron viviendo en Londres, para que no tuvieran que acceder a su entonces casas por la puerta principal evitando así miradas indiscretas.