Todo el mundo reconocía en un instante la imagen de Diana. Tal vez, por eso, ha sido inevitable que su figura siga fascinando a pesar de los años transcurridos. Ella aún vive en todas las artes, pero muy especialmente en la pintura, el cine o la televisión, donde su historia es reinterpretada una y otra vez.
Durante su vida, la princesa posó para los principales retratistas de la época, pero también ha inspirado obras menos convencionales. Ya en 1982, Andy Warholla definió como un icono cultural y utilizó su imagen en uno de sus primeros cuadros pop-art.
Hoy en día, es un gran desafío interpretar a Diana en la pantalla, tal y como ha confirmado Emma Corrin, ganadora de un Globo de Oro por el drama de Netflix The Crown. Además, la actriz reconoce que se tomó bastantes licencias artísticas para recrear la vida de Diana, incluidos sus problemas conyugales. “Nuestra serie está muy alejada de la realidad”, ha revelado Emma. “Es el matrimonio, con todas las complejidades y defectos humanos, pero también mostrando su parte brillante y divertida. Como actriz, fue un placer explorarlo e interpretarlo”.
En 2021, cuando Diana cumpliría sesenta años, se la recuerda con un nuevo musical en Broadway y con Spencer, una película protagonizada por la actriz estadounidense Kristen Stewart. Tomando como título el apellido de soltera de Diana, la película narra, desde el ángulo de la princesa, qué sucedió en Sandringham el fin de semana que ella y su esposo, el príncipe Carlos, decidieron separarse. La estrella de Crepúsculo Kristen explica: “Spencer indaga en las emociones de Diana durante un momento clave de su vida… Donde refuerza la suma de cada una de sus partes. Comienza por su apellido de soltera, Spencer. Para ella, supuso un esfuerzo desgarrador regresar a su esencia, y se aferra a todo lo que para ella significa ser una Spencer”.
En los zapatos de Diana
Actrices con perfiles muy distintos han interpretado este papel tan codiciado.
La primera princesa ‘influencer’
Nadie como Diana para salir a escena. Cuando se enfrentaba al público, parecía que una voz interior la dirigía: “¡Luces, cámara, acción!”. Se acercaba a sus seguidores en cada imagen, con cada pose y en cada una de las miradas de sus ojos expresivos. Ella era influencer antes de que existiera esta palabra. Su alcance en las redes sociales sería hoy inaudito, y rivalizaría con Jennifer Aniston, Taylor Swift, el Papa o las Kardashian.
“Diana surgió en los albores de la era digital, cuando los medios cambiaban con la expansión de las noticias y el periodismo sensacionalista”, dice Matthew Storey, comisario de Historic Royal Palaces. “Esto significó que sus imágenes se difundieron rápidamente por todo el mundo y que tuvieron un impacto inmediato”.
Su atractivo iba más allá del glamour, la moda o sus puestas en escena. Su genialidad radicó en que decidió compartir con nosotros los altibajos de su vida. Cuando se supo el centro de atención, utilizó esta fuerza para hacer el bien. A menudo, no necesitaba ni hablar.
Como muchas personas influyentes, tenía troles que la criticaban y que no la entendían. Ahora, casi 25 años después, reconocemos a la más moderna de las princesas, una pionera en sacar a la luz pública temas como la salud mental, la bondad, la diversidad o lo que implica ser una mujer fuerte.
No cabe duda que, al igual que sus hijos, la duquesa de York o la reina Rania, sabría aprovechar las redes sociales para arrojar luz sobre sus campañas solidarias