Este es un tema casi tabú por razones obvias, pocos se lanzan a diseñar un escenario sin la Reina de Inglaterra. Sin embargo, tras el fallecimiento del duque de Edimburgo y con los últimos movimientos que se han producido en torno a los títulos y funciones oficiales que tendrán cada uno de los miembros de la Familia Real británica en el futuro, este es un tema que flota en el ambiente. Desde hace años, Carlos de Inglaterra ha dado algunas pistas de cómo ve el futuro y de quién va a tener funciones de representación cuando él sea el jefe del Estado. En esa lista de “bajas” había algunos nombres que eran obvios, pero con forme pasa el tiempo parece que solo los Cambridge son imprescindibles.
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Los antecedentes
Carlos de Inglaterra lleva décadas deslizando su apuesta por una monarquía reducida, que al fin y al cabo es lo que ha ocurrido en el resto de las casas reales europeas en las últimas décadas. Menos miembros en activo se traduce en menos gasto y también en una menor competencia a la hora de reclamar la atención pública. Durante años ha trascendido como el Heredero frenaba las aspiraciones de su hermano, el príncipe Andrés, de que sus hijas, Beatriz y Eugenia de York, tuvieran funciones oficiales a tiempo completo. Unas aspiraciones que se vieron frenadas por completo después de que se viera salpicado por el caso Epstein, un escándalo que hizo que él mismo se tuviera que retirar de la vida pública en lo que parece una salida sin retorno dada la naturaleza de los hechos por los que acaba de ser demandado en un tribunal federal de Nueva York.
La salida de Harry y Meghan de la Casa Real, en cierta medida, habría servido para allanar el camino hacia esa monarquía reducida. A pesar de que ellos han explicado sus motivos, se baraja como posible detonador el escaso protagonismo previsto para el futuro para todos aquellos que no ocupen los primeros puestos en la línea de sucesión. Con ellos ya fuera del mapa, llega la pregunta de qué ocurrirá con los miembros de bajo perfil que conservan alguna función de representación de la corona y todo apunta que en el nuevo modelo de monarquía hay determinadas figuras que carecen de sentido.
¿Quiénes son?
La mayoría de ellos son primos hermanos de la Reina, como el duque de Kent, que a pesar de estar en el número 39 de la línea de sucesión, todavía realiza funciones reales, está involucrado en más de 140 organizaciones benéficas y ha realizado números viajes de representación al extranjero. Lo mismo ocurre con la princesa Alexandra, que a veces acompaña a la Reina; con los duques de Gloucester, que tiene la consideración de trabajadores a tiempo completo de la Familia Real; o con los príncipes Michael de Kent, muy cercanos a la soberana en actos públicos y privados.
Con este escenario, incierto todavía, la reducida monarquía británica del futuro, con Carlos de Inglaterra en el trono, contaría con un limitado número de miembros para labores de representación, entre los que estaría Camilla, duquesa de Cornualles (todavía no se sabe si como princesa o reina consorte) y los Cambridge, ya que ellos son los primero en la línea de sucesión. La gran incógnita es la que rodea a los condes de Wessex, señalados como las “estrellas emergentes” de la Casa Real tras la salida de los duques de Sussex. Sin embargo, la muerte del príncipe Felipe sacó a la luz otro debate, ya que él legó el título de duque de Edimburgo a su hijo pequeño, el príncipe Eduardo, pero Clarence House (la oficina que lleva los asuntos del príncipe Carlos, el que tendría que ser el que ceda el título a su hermano) ha advertido que no hay decisiones tomadas sobre ello.
¿Qué ocurre fuera del Reino Unido?
La monarquía reducida que está dando tanto que hablar en rel Reino Unido, no es más que lo que ha venido sucendiendo de alguna u otra forma en el resto de casas reales europeas. En Dinamarca, por ejemplo, este debate incluso llegó al Parlamento en el 2016, justo antes de que los príncipes Nicolás y Félix –hijos del príncipe Joaquín, segundo hijo de la reina Margarita- cumplieran la mayoría de edad. Varios grupos parlamentarios pidieron que se limitara el número de miembros en activo y preguntaron si los ocho nietos de la Reina iban a depender de financiación pública. La decisión de la soberana danesa fue determinar que solo Christian, el hijo mayor de Federico y Mary, recibiría una asignación estatal. En este caso, sus hermanos y primos sí son príncipes y princesas daneses, pero lo son al “estilo York”, es decir, tienen título, pero no funciones ni asignación oficial.
También en esa línea fue la decisión que tomó el rey Carlos Gustavo de Suecia al apartar a los hijos de Carlos Felipe y Magdalena de la Casa Real. El monarca dejó claro que solo la princesa Estelle y el príncipe Óscar tendrán que representar al jefe del Estado, abriendo así la puerta a que los hijos de la princesa Magdalena crecieran en los Estados Unidos una posibilidad que no se contemplaba hasta entonces para un príncipe o princesa sueco. Algo similar ocurrió en España tras la proclamación de Felipe VI cuando se estableció que la Casa se componía exclusivamente de don Felipe, doña Letizia, la princesa Leonor, la infanta Sofía y los reyes don Juan Carlos y doña Sofía, dejando al resto en “familia del Rey” que no Familia Real.