La muerte de la princesa Diana en 1997 ha marcado las vidas de sus hijos, los príncipes Harry y Guillermo, que tenían en ese momento 12 y 15 años de edad, respectivamente. Desde ese instante, nada volvió a ser igual para ellos y han tenido que cargar con el gran peso de la pérdida y el duelo durante estos 24 años que han pasado sin el apoyo y la figura fundamental de su madre. Después del trágico accidente que le costó la vida a Lady Di, los dos hermanos han recordado en numerosas ocaciones el trauma que vivieron por este doloroso suceso que marcó su niñez y juventud pero también han hablado con orgullo del legado personal y social que dejó la Princesa. "Cuando ella murió, hubo tal efusión de emoción y de amor que fue bastante impactante. Fue bonito al mismo tiempo, y fue asombroso. Ahora mirándo hacia atrás, fue admirable que nuestra madre tuviera un enorme efecto en tanta gente", recordaba el príncipe Harry en un documental para la BBC1 donde ambos participaron.
Durante mucho tiempo, ninguno de los hermanos se ha sentido cómodo al hablar de su madre ni de su trágico final pero el impacto tan positivo que causó en millones de personas en todo el mundo les ha empujado a recordarla como se merece. Sobre el duelo hablaba el príncipe Guillermo en una entrevista para GQ donde reconocía que, más de 20 años después de su fallecimiento, "puedo hablar de ella más abiertamente, más honestamente y recordarla mejor". Ambos se han sentido en la obligación de devolverle todo el cariño y el amor que les brindó y "cumplir nuestros deberes como hijos para protegerla". Diana se convirtió en una figura de la realeza próxima al pueblo, en un ejemplo para todos aquellos que querían luchar por los derechos humanos y en un icono de estilo. Pero, si algo llevó con orgullo la princesa de Gales, fue su título de madre.
A pesar de que el dolor ha estado presente durante estos 24 años, la felicidad que provocan los buenos recuerdos ha sido mayor para los duques de Cambridge y de Sussex, quienes han descrito a su madre como "muy informal", "inquieta" y "traviesa". En el documental Diana, nuestra madre: su vida y legado, que se estrenó en 2017 para conmemorar su figura, los hermanos hablaron sobre alguno de los momentos más bonitos que pasaron con ella. Lady Di era fiel a todos los eventos que tenían relación con sus hijos por lo que asistía como espectadora a los partidos de fútbol en los que jugaban, a pesar de la presencia de la prensa. Ellos lo recuerdan como algo muy divertido, ya que los animaba a "traficar" con golosinas y chocolate y guardarlos para después disfrutar de un festín todos juntos.
El príncipe Guillermo contó en el documental que uno de los mejores recuerdos que tiene de su madre es cuando, con apenas 12 o 13 años de edad, la princesa Diana trajo al palacio de Kensington a personalidades icónicas como Cindy Crawford o Naomi Campbell. "Tenía carteles de ellas en mi pared y me puse rojo, no sabía muy bien qué decir y, algo torpe, creo que me caí por las escaleras", confesaba divertido el duque de Cambridge. Su hermano pequeño explicaba que cuando la gente le pregunta por algún momento gracioso junto a su madre todo lo que puede hacer es "escuchar su risa en mi cabeza". Aun así, la describe como "una niña de principio a fin" que les decía constantemente: "Sed tan traviesos como queráis, pero que no os pillen".
La princesa Diana no tenía reparos en saltarse el protocolo cuando se trataba de sus hijos. De hecho, en numerosas ocasiones se llevó consigo a los Príncipes a compromisos reales como a la Exposición Internacional de Caballos en Londres, donde los pequeños no dejaban de mostrarle con numerosos gestos de cariño el amor que sentían por ella, sin importales la presencia de las cámaras. El príncipe Harry recordaba los abrazos de su madre, destacando que "te envolvía y te apretaba lo más fuerte posible". Añadía en el documental en honor a la princesa de Gales que podía rememorar a diario como se sentía cada vez que corría hacia ellos para envolverlos con sus brazos.
Tal y como Harry y Guillermo han explicado, a su madre le encantaba jugar con ellos y hacerles pasar, en algunas ocasiones, momentos de vergüenza. El duque de Cambridge destacaba que era una gran aficionada a escribir cartas y que, a veces, le hacía llegar algunas al colegio. "No me atrevía a abrirlas por si los profesores o cualquier otra persona en la clase pudiera leerlas", señalaba con añoranza.
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Desde que en 1992 naciera el príncipe Guillermo, y dos años después lo hiciera Harry, sus dos hijos se convirtieron en el centro de la vida de Diana. Como madre realizaba actividades comunes y cotidianas, fuera de los estándares reales. Era habitual verla llevar con su coche a los niños a la Escuela Wetherby donde cursaron su educación primaria. También participó en actividades deportivas junto a sus hijos, como en 1989 cuando se animó a competir en una carrera junto a otras madres, de la cual salió victoriosa. Nunca dudaba en llevárselos con ella cuando tenía que viajar al extranjero, al contrario que otros miembros de la Familia Real, quienes optaban por dejar a los pequeños de la casa con una cuidadora durante sus ausencias.
Unos recuerdos que han servido para alimentar la alegría y felicidad de Harry y Guillermo al hablar de su madre. Ambos la han tenido muy presente al convertirse en padres, aunque también les trae nostalgia al pensar como sería ella como abuela. "Les encantaría a los niños pero sería una pesadilla", confesaba el duque de Cambridge con tono jocoso a lo que añadía que "entraría a la hora del baño y haría una gran cantidad de burbujas, agua por todas partes... y luego se iría", se imaginaba el mayor de los hermanos con melancolía.
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