La Reina abrió la sesión sin manto de terciopelo y armiño y sin corona. También, por primera vez, se la vio sola ocupando el trono. Es una imagen insólita. La más extraña y solitaria apertura del Parlamento de su reinado.
A sus noventa y cinco años, Su Majestad se centra en lo esencial: las dos Cámaras reunidas, el discurso del Gobierno y la Corona Imperial , símbolo de su reinado, colocada a su lado sobre un cojín. Después de casi setenta años, la Reina ha desistido de seguir llevándola sobre su cabeza. Difícilmente volveremos a verla caminando con ella en procesión a través de la Galería Real.
La imagen de la Reina, que tuvo el apoyo de su hijo el príncipe Carlos y su nuera Camilla en el palacio de Westminster, es conmovedora. Lleva el vestido del posado del nonagésimo noveno cumpleaños de su marido, el duque de Edimburgo, a juego con su abrigo lila y su sombrero de plumas y flores primaverales, y los broches de aguamarinas que le regaló su padre, el Rey Jorge VI.