El 19 de mayo de 2018 empezaba una nueva etapa en la monarquía británica. El príncipe Harry y Meghan Markle se daban el 'sí, quiero' en una solemne ceremonia en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor delante de cientos de invitados entre los que se encontraban miembros de la Familia Real y rostros conocidos internacionalmente como David y Victoria Beckham o el matrimonio Clooney. Todas las miradas estaban puestas sobre la pareja que, tras algunas controversias en los medios británicos por los orígenes de Meghan como actriz, mujer divorciada y afroamericana, consiguió la popularidad y el cariño del pueblo del Reino Unido. Miles de ciudadanos se lanzaron a las calles para apoyar a los recién casados en un evento de cuento de hadas que marcó un antes y un después en sus vidas, sin que, quizá, todavía fueran plenamente conscientes de ello.
Un arduo camino hacia la confianza del pueblo
Un año y medio tardaron Harry y Meghan en anunciar su compromiso de manera oficial. Después de rumores y publicaciones controvertidas en los tabloides británicos sobre la supuesta nueva pareja del nieto de Isabel II, la pareja decidía confirmar su relación a pesar de las malas opiniones que surgieron a partir de entonces. Sin embrago, la presencia de Meghan Markle en los actos públicos en los que acompañaba a su prometido, eran cada vez más frecuentes y paulatinamente se fue ganando el afecto del pueblo y la confianza de la prensa. Su actitud cercana, familiar, risueña e involucrada allá donde iba era muy habitual, a lo que se sumaba su intención de seguir su camino y mantenerse, de alguna manera, 'independiente' a pesar de su responsabilidad dentro de la Corona. Todo ello hacía de Megan una gran candidata a cambiar algunos cimientos de la monarquía británica que seguían instalados en valores mucho más conservadores. Además, desde el Reino Unido se veía con muy buenos ojos el bien que le hizo al príncipe Harry, quien encontró estabilidad y ganas de formar una familia al lado de la actriz de Suits.
Ella cambió su residencia habitual en Canadá por Frogmore Cottage, en Windsor y renunció a su carrera como actriz para dedicarse a sus responsabilidades como futura esposa del príncipe Harry, con todo lo que ello conllevaría. Su actitud luchadora y persistente y su esfuerzo en adaptarse a la vida al lado de los miembros de la Familia Real hicieron que, incluso durante algunos meses, su popularidad fuera incluso mayor que la de Kate Middleton, quien ya llevaba más de cinco años con el título de duquesa de Cambridge. Harry había encontrado una aliada con quien compartir sus acciones benéficas y en quien apoyarse para confiarle sus miedos, sus traumas y su dolor interno. En sus apariciones públicas antes de la boda, el Príncipe se mostraba visiblemente contento, siempre con una gran sonrisa en el rostro y muy cercano con el pueblo, lo cual dejaba claro que la pareja se había convertido en el tándem perfecto.
Centrados en sus proyectos
Pero todo empezó a cambiar después de que sellaran su amor en el castillo de Windsor. En octubre de ese mismo año, los duques de Sussex iniciaban una gira muy especial de 16 días por distintos países de la Commonwealth, incluyendo Australia y Nueva Zelanda. Fueron estas las primeras apariciones de los duques de Sussex después de anunciar que estaban esperando a su primer hijo, al que darían la bienvenido en la primavera del siguiente año. La ilusión de los seguidores de la Familia Real británica por la pareja empezó a disminuir al ver como poco a poco tomaban distancia y se centraban en dar apoyo a diversas organizaciones que ellos mismos poseían y que empezaban a crear de cero. Fue también durante los meses de embarazo de la actriz cuando, según relató ella misma en su entrevista con Oprah Winfrey, sufrió ante algunos comentarios vejatorios de miembros de la Familia Real. No fue un momento sencillo para el matrimonio por lo que tomaron una de las decisiones más importantes de sus vidas: alejarse de sus responsabilidades reales y empezar de nuevo.
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Tres años después de aquel 'sí, quiero', nadie podía imaginar que la situación llegaría a tal extremo. Los rumores de una posible salida de los duques de Sussex de la Familia Real y su independencia empezaban a sonar cada vez con más fuerza después del nacimiento de Archie, en mayo de 2019, pero no sería hasta enero de 2020 cuando se confirmaría el 'Megxit', tal y como lo denominaron los ingleses. Harry y Meghan tomaban la decisión de establecer sus vidas en Estados Unidos, con una independencia económica pero seguir prestando servicio al pueblo británico. Después de varias disputas y conversaciones con la reina Isabel II, esta decidió despojar a su nieto de todos los títulos, lo cual implica su cese definitivo como miembro de la Casa Real.
Tras estos hechos, el alejamiento de la pareja de la familia ha aumentado imparablemente. Ambos hacían público su intención de llevar la marca Sussex Royal a otro nivel, a través de la cual poder actuar en distintas actividades benéficas. En 2020 creaban la fundación Archewell, sin ánimo de lucro, con la que quieren luchar por acciones a favor de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer. A través de su web también emiten comunicados y noticias relevantes entorno a la pareja, como han hecho recientemente al confirmar algunos de sus próximos proyectos profesionales. El príncipe Harry inició una nueva etapa profesional en una startup de Silicon Valley, BetterUp, en la que se acogió al cargo de Director de Impacto para ayudar a concienciar y a cambiar el diálogo sobre la salud mental. Algo con lo que está estrechamente involucrado.
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El alejamiento definitivo
Pero el hecho que lo cambió todo y que sentenció la relación de los duques de Sussex con el resto de la Familia Real fue la explosiva entrevista que concedieron a Oprah Winfrey. Esta esperadísima charla dio las declaraciones y titulares más comprometidos para la Casa Real británica; la relación entre Kate Middleton y Meghan, las acusaciones de racismo ante la llegada de Archie a la familia, la presión y los pensamientos negativos de la Duquesa o los duros ataques a su padre y a su hermano mayor por parte del príncipe Harry fueron algunas de las confesiones más impactantes que dieron la vuelta al mundo y que entristecieron, profundamente, al Palacio de Buckingham. No obstante, fueron capaces de reunirse con motivo del funeral del duque de Edimburgo el pasado 17 de abril, en el que, con la ausencia de Meghan Markle por su avanzado estado de gestación, Harry pudo tener una pequeña conversación con su familia.
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