La majestuosa y gótica Abadía de Westminster fue el escenario escogido hace 10 años para una de las bodas reales de la década e, incluso, del siglo. El príncipe Guillermo y Kate Middleton se daban el 'sí, quiero' ante la presencia de 1.900 invitados y este jueves celebran su décimo aniversario tras convertirse en padres de tres niños, los príncipes George, Charlotte y Louis y de mostrarse, año tras año, más cómplices. La ceremonia fue seguida por más de 36 millones de personas solo en el Reino Unido y más de un millón se echó a la calle para arropar a la pareja, convirtiéndose en uno de los momentos más espectaculares de la realeza británica. Con el paso del tiempo, han salido a la luz numerosas anécdotas y detalles que ocurrieron en ese importante día como la relevancia que los novios dieron a sus hermanos, los tributos a la figura de la princesa Diana o las complicaciones que conllevó la majestuosa tarta nupcial. Repasamos algunos de los momentazos que se recuerdan del día en que los futuros reyes del Reino Unido sellaron su amor.
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La princesa Diana siempre presente
El lugar en el que tuvo lugar la boda fue el mismo escenario en el que se realizó el funeral de la princesa Diana en 1997. Además de esto, la ceremonia tuvo numerosos detalles en tributo a la figura de la madre del príncipe Guillermo que, en primera instancia, no tuvieron una repercusión mediática. La novia realizó una entrada que dejó sin aliento a los invitados que acudieron a la cita y lo hizo con el sonido de The Introit, una melodía que ya había sido utilizada en la boda de la princesa Diana y el príncipe Carlos en 1981. Además de esta pieza musical, otras varias fueron escogidas de la lista dispuesta en la ceremonia de los padres del duque de Cambridge. El carruaje que utilizaron los novios en su salida de la Abadía fue un State Landau descapotable de 1902, el mismo en el que los padres del príncipe Guillermo pasearon por las calles de Londres tras darse el 'sí, quiero'. Pero no solo los novios tuvieron presentes a la princesa Diana; Carole Middleton, la madre de Kate, llevó un vestido diseñado por Catherine Walker, una de las modistas favoritas de Lady Di. De hecho, la princesa Diana fue mencionada en algunas ocasiones a lo largo de los discursos del enlace nupcial. El príncipe Harry confesó que su madre se había sentido orgullosa al ser testigo del matrimonio entre su hijo mayor y la "hermosa" Kate.
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Pippa, la gran sorpresa de la velada
Uno de los asistentes que más atrajo la atención de los medios y de la sociedad británica fue Pippa Middleton, la hermana de la novia desconocida hasta entonces. Con un espectacular vestido de Sarah Burton, la directora creativa de Alexander McQueen y artista también del traje de novia de Kate, se convirtió en protagonista inesperada al dirigirse todas las miradas hacia ella. Fue la única dama de honor adulta de la ceremonia y se encargó, principalmente, de realizar la entrada a la iglesia detrás de su hermana y de cogerle la increíble cola de casi tres metros de largo. Su asistencia a la ceremonia no dejó a nadie indiferente y desde entonces se ha convertido en un miembro royal ante los medios de comunicación. No en vano, Pippa no solo cumplió con su función el día del enlace sino que fue uno de los apoyos fundamentales para Kate ayudándola en los preparativos. De hecho, se encargó de llamar personalmente a algunos de los invitados para confirmar su asistencia a la boda como hizo con los carniceros Martin y Sue Findler, amigos cercanos de la familia Middleton.
Saltos en el protocolo
A lo largo de la ceremonia el príncipe Guillermo fue protagonista de algunos momentos épicos y divertidos, dignos de un día en el que la emoción se adueña de la situación. Pocos segundos después de que Kate Middleton llegara al altar junto al que sería su marido, el príncipe Guillermo se dirigió a ella rompiendo con el protocolo establecido. "Estás preciosa", fueron las palabras de un novio nervioso pero deslumbrado por la emoción y la belleza de la que había sido su pareja durante ocho años. Pero sus comentarios no acabaron aquí, ya que el duque de Cambridge se dirigía entonces a su suegro, Michael Middleton, para comentarle en tono jocoso: "Se suponía que iba a ser una cosa pequeña y familiar".
El hijo del príncipe Carlos también se enfrentó a pequeñas dificultades a la hora de colocar la alianza, regalo de la Reina, en el dedo anular de su esposa, para lo cual tuvo que insistir y ejercer una leve presión para que el objeto acabara deslizándose. A la salida de la Abadía, no le fue sencillo subir a la carroza que los esperaba para trasladar a los recién casados al Palacio de Buckingham. De hecho, el vehículo se movía y daba la impresión de volcar cada vez que el príncipe Guillermo hacía el intento de subirse a él. Por si fuera poco, uno de los caballos resultó ser más rebelde que los demás y en pleno recorrido por las calles de Londres uno de los jinetes cayó de su montura. El corcel avanzó entonces por vía libre adelantando incluso a la carroza de los Duques, quienes no daban crédito a la situación.
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Dos besos a falta de uno
El momento más esperado en cualquier boda y, en especial, en las ceremonias públicas y reales es, sin duda, el beso de la pareja recién casada. Después de que se dieran un baño de masas en su espectacular carruaje en el que se desplazaron en el kilómetro y medio que separa la Abadía de Westminster al Palacio de Buckingham, los ya duques de Cambridge complacieron a los cientos de miles de personas que se congregaron frente al edificio para ser testigos de un momento único y quienes animaron a la pareja a besarse. Junto a Isabel II, Carole, Michael y Pippa Middleton y el príncipe Harry, el príncipe Guillermo y Kate Middleton aparecieron en el balcón y se dieron un primer beso tímido y rápido que no convenció. De hecho, el novio fue el encargado de convencer a su mujer para darse un segundo beso, rompiendo con las tradiciones nupciales. "Vamos a darnos otros. Te quiero. Un beso más, un beso más, ¿de acuerdo?", fueron las palabras del Duque a Kate Middleton quien no pudo resistirse. Este último se produjo mientras la escuadrilla aérea estaba exhibiendo sus aviones militares de la Segunda Guerra Mundial y cazas modernos. Una demostración más de la espontaneidad y la complicidad entre la pareja.
Un vehículo mítico
Después de la ceremonia y de los besos en el balcón, se produjo una fiesta a la que únicamente estaban invitadas 650 personas de las 1.900 que acudieron en total a la ceremonia nupcial. Un almuerzo ofrecido por la reina Isabel II que se caracterizó por platos y productos con sabores primaverales. Los novios abandonaron el lugar horas después dando por concluido el evento y lo hicieron montados en un Aston Martin descapotable que se decoró para la ocasión: con cintas y globos azules, blancos y rojos en representación de la bandera británica. En concreto se trataba de un DB6 MK en edición Vantage Volante, que marcó un hito dentro de la historia de las casas reales europeas. En la matrícula personalizada se había dispuesto un 'Ju5t Wed' (recién casados) que se engalanó con globos en forma de corazón y con sus iniciales. El príncipe Guillermo, quien vestía con un traje diferente al de la ceremonia nupcial, era el encargado de conducir el vehículo hacia Clarence House, la residencia de su padre y de Camilla de Cornualles.
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