Genio y figura: Felipe de Edimburgo, el “duque de hierro”, que hasta no hace mucho presumía de no haber tenido gripe en más de 40 años, siempre ha sido un hombre de acción con un estilo de vida muy sano.
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Para una persona de casi cien años su historial es muy impresionante. Y pueda que exista un elixir real secreto. Pero lo más probable es que solo se trate de genes y una gran fuerza de voluntad para no renunciar jamás a los buenos hábitos… Aunque también ha podido influir esa manera de ser: tomarse todo con mucha calma, decir lo que piensa sin guardarse nada y dar rienda suelta a su sentido del humor (ácido). O lo que viene a ser lo mismo, la ausencia de estrés o del miedo.
Increíblemente en forma
Todavía bastante erguido para su altura, sin bastón, e increíblemente en forma -los ingleses suelen decir que todavía podría ponerse el traje de su boda -, el duque nunca ha dejado de cuidar su cuerpo -sigue igual de delgado y atlético-; la alimentación y de disfrutar de la actividad física.
El marido de la Reina ha sido un deportista entusiasta y competitivo durante toda su vida. Ha hecho remo, vela, ha jugado al cricket, al hockey, al polo, ha nadado regularmente, y seguía caminando muchísimo y subiendo escaleras hasta que hace dos semanas empezó a sentirse mal en el castillo de Windsor y tuvo que ser hospitalizado. También, y hasta no hace mucho tiempo se le veía en los terrenos del Windsor Great Park como un ávido conductor de carruajes . Un deporte con el que representó a Gran Bretaña en seis campeonatos internacionales y que ‘engaña’ porque, en realidad, requiere resistencia y una gran fuerza física.
El plan 5BX
Más allá de todas estas actividades, el Príncipe ha mantenido, además, una rutina diaria de ejercicio: el plan 5BX desarrollado por la Real Fuerza Aérea Canadiense (RCAF) para ayudar a los cadetes a ponerse en forma en bases remotas. Lo adoptó en la Royal Navy y lo siguió durante toda su vida. Cinco ejercicios básicos para fortalecer todos los músculos del cuerpo, que incluyen estiramientos, abdominales, extensiones de espalda, flexiones, correr en el sitio…
Rutinas que ha combinado con buenos hábitos de alimentación -que no incluirían los productor orgánicos del príncipe Carlos- acercándose a las bases de la dieta Atkins. Un Plan de nutrición creado por el cardiólogo Robert C. Atkins con bajo contenido de hidratos de carbono y apuesta por alimentos con aporte de proteínas y grasa , para controlar el nivel de glucosa en sangre.
Rey de la barbacoa
Según Darren McGrady, chef personal de la reina Isabel II durante quince años, y de la princesa Diana hasta su muerte (1997), “al duque le encanta comer y le gusta todo. La diferencia entre ellos es que la reina Isabel come para vivir mientras que, el príncipe Felipe vive para comer“.
No sólo eso, McGrady también apunta a que le encantaba cocinar – un gran chef que no se separaba de su sartén eléctrica con tapa de cristal-; y que ha disfrutado mucho preparando barbacoas de carne o pescado para su familia, en Balmoral. Hasta cuatro veces por semana junto a sus hijos y nietos que lo aclamaban como el jefe de la parrillada del clan real.
Sus presas a la mesa
Hasta una edad muy avanzada durante sus escapadas a Balmoral (especialmente) cazaba y pescaba lo que llegaba a la mesa. Ahora, otros lo hacen por él, pero en la cocina todo es fresco y viene de las fincas reales: verduras, caza, aves de corral, frutas como grosellas, arándanos y manzanas... Y, sin olvidar los hongos: las carísimas Trufas negras que él mismo ha cultivado en Sandringham, convirtiéndose en el primer inglés en conseguir una cosecha exitosa.
Sencillamente le encantan desde que las descubrió durante un viaje a Italia con su tío, lord Mountbatten y como nunca se permitió comprarlas en palacio, tomó la decisión de hacerlas crecer en tierras británicas.
El menú real
Al duque de Edimburgo le gusta comenzar el día con tortitas de avena con miel, aunque lo alterna con platos más contundentes, como los huevos con beicon, salchichas y hasta riñones. Y, a diferencia de la reina y de la mayoría de su familia, que beben té, prefiere un café negro.
Al Principe Felipe taqmbién le encantan los champiñones -tiene su propia receta- salteados con mantequilla o con tocino, y la becada escocesa (huevos revueltos sobre tostadas con anchoas), un plato muy conocido en la época victoriana. sin olvidar el curry, el ajo – solo cuando no come con la reina-; en realidad, todas las especias.
El carnicero real
El pescado es un alimento básico en el menú de palacio, y se sirve casi todos los días. Los platos incluyen eglefino (llamado también merlán), abadejo, coulibiac de salmón, Lenguado de Dover… En cuanto a las carnes, también disfruta de una gran variedad: Agachadiza, que cazan en Sandringham; las hamburguesas caseras (hasta de venado), sin panecillo, el Steak Diane, el solomillo, la carne de cerdo marinada y el cordero Barnsley (receta creada para el príncipe de Gales, en 1933). Así lo contaba el carnicero real, Donald Russell a The Gentlemans Journal.
“Dios, no quiero vivir hasta los 100”
Uno de sus postres preferidos es la tarta de manzana. Y la reina también “pica”, aunque su dulce favorito, un gusto heredado por su nieto Guillermo, es el pastel de chocolate. Especialmente el que se sirve en su cumpleaños, siguiendo la receta de Gabriel Tschumi, el chef de la reina Victoria.
En cuanto a la bebida, el duque siempre ha tomado alcohol con mucha moderación. Disfruta de su propio ‘Príncipe Felipe Martini,’ aunque nada como una cerveza -ahora la Boddingtons Beer-; incluso en los banquetes estatales, donde siempre disponían una jarra especial “camuflada” entre las copas de vino y champán.
Cuando la reina madre, ¡Isabel Bowes-Lyon, cumplió cien años, el duque declaró: “Dios, no quiero vivir hasta los 100… No puedo ni imaginarlo”… Pero, y aunque ahora hospitalizado desde hace semanas y con la familia real cruzando los dedos para que vuelva cuanto antes al castillo de Windsor, está a tres pasos de completar el siglo. ¡Genio y figura!