Hace ya unas semanas que Isabel II, siguiendo las recomendaciones sanitarias, volvía al castillo de Windsor junto al duque de Edimburgo, donde pasaron ya cinco meses confinados hasta que en verano se trasladaron a Balmoral, en Escocia. Debido a esta extraordinaria situación, muchas tradiciones y costumbres han tenido que cancelarse o adaptarse a los tiempos. No es la primera vez que la Reina, a sus 94 años, recurre al mundo digital para llevar a cabo ciertos compromisos por videollamada, por lo que a la hora de retomar las habituales audiciencias diplomáticas que suele realizar en el Palacio de Buckingham, no ha dudado en hacerlo de forma virtual.
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- Otro golpe en la extraña Navidad de Isabel II
Este viernes, tres embajadores presentaban sus credenciales en el palacio londinense ante una Monarca que les recibía sonriente a través de una pantalla desde la sala del roble de su residencia de Windsor. Con un vestido blanco y un broche de zafiro, escuchaba atentamente a los recién nombrados máximos representantes diplomáticos de Timor Oriental, Hungría y Georgia. Habitualmente, este trámite está revestido de la tradición y la pompa que caracteriza a las ceremonias reales. En esta ocasión, sin restarle solemnidad al acto, ha sido indispensable prescindir de todo aquello que implicase la presencia o participación de más personas, como el paseo en carruaje, la asistencia de familiares y, por supuesto, ser recibido en persona por la Reina.
Un árbol de Navidad de seis metros, protagonista de la decoración en Windsor
Una portavoz del palacio ha explicado a HELLO! que las audiencias diplomáticas suponen una parte fundamental con una larga tradición dentro de las funciones de la Monarca y "esperaban poder retomarlas lo más pronto posible". Ha asegurado que se consideraron "una variedad de opciones" para poder restablecer esta tradición, respetando los consejos médicos, pero al mismo tiempo "manteniendo algunos de los elementos ceremoniales más arraigados, como el uso de Buckingham". La última vez que la Reina tuvo una audiencia de forma presencial fue el pasado 18 de marzo cuando recibió al comodoro Stephen Moorhouse, que dejaba su puesto al mando del portaviones de Su Majestad, y a su sucesor el capitán Angus Essenhigh.
Se avecinan unas navidades muy diferentes para todos, y también para la Familia Real británica.Por primera vez en 33 años, Isabel II pasará las fiestas en Windsor, en lugar de desplazarse a Sandringham, donde solían reunirse. El almuerzo anual que la jefa del Estado celebra antes de Navidad en Londres, y en el que normalmente se juntan 25 miembros de los Windsor, tampoco será posible este año. Otro de los grandes actos de estas fechas que también ha tenido que sacrificar es la entrega de regalos a su personal como reconocimiento a sus servicios prestados durante los últimos doce meses. Todos los años, entrega personalmente estos objetos a los miembros de la Casa Real, que generalmente van acompañados de un pudin de Navidad y entre los que abundan los marcos de fotos o las copas. Esta muestra de agradecimiento se solía hacer con los trabajadores del Palacio de Buckingham y con los del Castillo de Windsor, antes de que pusiera rumbo a su residencia de campo en el condado de Norfolk.