La Navidad del 2020 será recordada como extraña y muy atípica, donde muchas tradiciones se van a romper. Isabel II, que es un gran amante de seguir año a año unos patrones establecidos, ha visto como ha tenido que amoldar sus celebraciones a estos tiempos de pandemia. Si esta misma semana se conocía que va a pasar los últimos días del año en el castillo de Windsor, en lugar de en su finca de Sandringham, como venía haciendo ininterrumpidamente desde hace 33 años, ahora se ha sabido que también ha tenido que sacrificar otro de los grandes actos de estas fechas: la entrega de regalos a su personal como reconocimiento a sus servicios prestados durante los últimos doce meses. Todos los años, la monarca, de 94 años, entrega personalmente estos objetos a los miembros de la Casa Real, que generalmente van acompañados de un pudin de Navidad y entre los que abundan los marcos de fotos o las copas. Esta muestra de agradecimiento se solía hacer con los trabajadores del Palacio de Buckingham y con los del Castillo de Windsor, antes de que pusiera rumbo a Sandringham.
Sin embargo, esta pequeña y discreta ceremonia se ha cancelado, según informa el Daily Mail, en esta ocasión debido al distanciamiento social y a la necesidad de que la soberana se mantenga en su grupo burbuja. Además ya se les ha comunicado que todos los eventos pequeños para el personal también han sido suspendidos. Para evitar riesgos, Palacio ya ha informado que Isabel II y su marido, el duque de Edimburgo, pasarán la Navidad “tranquilamente” en Windor. Pero no solo los empleados de Palacio verán variada la tradición. El almuerzo anual que la jefa del Estado celebra antes de Navidad para toda su familia, y en el que normalmente se juntan 25 miembros de los Windsor, tampoco será posible este año.
A pesar de estas cancelaciones, los trabajadores de Isabel II seguirán recibiendo sus aguinaldos, pero sin contar con la presencia de Su Majestad. Este momento es esperado con gran emoción por el staff de la monarquía pues es una manera de poder estar durante un día con su ‘jefa’ de manera distendida, al igual que se hace en muchas empresas con las comidas o cenas. Además, es una forma de tener un recuerdo de la soberana que suele agasajarles con marcos de plata, copas, saleros, pimenteros… todos grabados con el emblema real. Para los que no quieran regalos, pueden pedir una tarjeta regalo canjeable en tiendas como John Lewis, unos grandes almacenes de alta gama. Isabel II paga de su propio bolsillo estos detalles. Esta entrañable recepción tiene lugar en el salón de baile de Buckingham y en el St George’s Hall del castillo de Windsor y supone para muchos de los profesionales al servicio de la Corona la única oportunidad de hablar personalmente con la Reina.
Mientras el matrimonio real va a pasar la Navidad en Windsor, el heredero al trono, el príncipe Carlos, y su mujer, la duquesa de Cornualles, pasarán unos días en Highgrove, en Gloucestershire. Los duques de Cambridge es posible que permanezcan durante las fechas más entrañables del año en su casa de campo de Anmer Hall, en Norfolk, o en casa de la familia Middleton en Berkshire. Los condes de Wessex y sus hijos viven en Bagshot Park y la princea Ana en Gatcombe Park. El príncipe Andrés, que lleva meses retirado de la vida pública, es el único hijo de la monarca que vive en Windsor. Tampoco habrá el servicio religioso del día de Navidad.
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