Isabel II es toda una experta en lanzar mensajes y hacer guiños sin palabras. Con la elección de su ropa, de los colores y, muy especialmente, con la cuidada selección de complementos en los que aparece en sus actos públicos, la Reina domina el lenguaje no verbal. El último gesto está cargado de romanticismo y ha tenido lugar con motivo de su 73º aniversario de boda con Felipe de Edimburgo. Para enmarcar esta fecha, la Casa Real ha distribuido una imagen de la pareja real, tomada hace unos días en el Castillo de Windsor donde se les ve sonrientes mientras leen la tarjeta que sus bisnietos, los príncipes George, Charlotte y Louis de Cambridge, les han enviado con motivo de esta significativa fecha. Siempre cuidando cada detalle, la soberana, que ha lucido un impecable vestido de crepe en color azul celeste ha lucido un broche con un zafiro de gan tamaño y diamantes que estrenó en su luna de miel cuando era una recién casada.
En la imagen, junto a su inseparable collar de perlas, la soberana británica lleva la imponente joya: un broche que lució en el posado que hicieron con motivo de su luna de miel en 1947 en la casa de campo Broadlands, en el condado inglés deHampshire. Se trata de una pieza de platino que estrenó un año antes y que fue un regalo de Sir James Laing & Sons Limited y de la compañía de petróleos anglo iraní, la primera empresa en extraer crudo del país de Oriente Medio y que es el origen de la actual BP. Durante sus primeros años como mujer casada, Isabel II lo usó en múltiples ocasiones y también lo llevó en los retratos oficiales que se tomaron para conmemorar el 60º aniversario de bodas de la pareja en el año 2007. También se la ha visto con la alhaja en otros momentos de su vida y en fotografías familiares. Al poco de publicar la nueva imagen de Isabel II y el duque de Edimburgo, la Casa Real ha agradecido los mensajes de felicitación que suponen un hito para cualquier matrimonio.
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Isabel II y su marido se vieron por primera vez en el año 1934 durante la boda de Marina de Grecia y Dinamarca y el príncipe George, duque de Kent. El compromiso de boda fue anunciado oficialmente el 9 de julio de 1947 y cuatro meses después, el 20 de noviembre, se casaron en la Abadía de Westminster ante 2.000 invitados entre los que se encontraban representantes de varias Casas Reales venidas de todo el mundo. Como marca la tradición, los anillos de boda proceden de una pepita de oro gales de la mina de Clogau St. David, cerca de Dolgellau. De esta misma pieza se han seguido haciendo las alianzas de otros muchos miembros de la Familia Real. El vestido, obra de sir Norman Hartnell, fue pagado por la entonces Princesa con los cupones de racionamiento, debido a las medidas que se implantaron en el país tras la Segunda Guerra Mundial.
Después de la ceremonia religiosa, los recién casados y sus invitados disfrutaron de un almuerzo en el salón de baile del Palacio de Buckingham. La pareja recibió más de 2.500 regalos de boda de todo el mundo (entre ellos una estantería, una cesta de picnic, una máquina de coser Singer o una nevera) y alrededor de 10.000 telegramas de felicitación. En el año 2007, la Reina se convirtió en la primera monarca británica en celebrar sus bodas de diamante.