La madrugada del sábado al domingo, el ritual que sufren los relojes europeos volverá a producirse. Se retrasarán una hora para adaptarse al horario de invierno, dado que los esfuerzos de la Comisión Europea por terminar con esta iniciativa no han dado sus frutos al no conseguir aunar a todos los gobiernos. En el caso de España, a las tres serán las dos. En Reino Unido, y más concretamente en las residencias de la Familia Real británica, sin embargo, esta modificación suele hacerse a primera hora del domingo. Sí, Isabel II de Inglaterra también cambia la hora de los más de 1.000 relojes que tiene distribuidos en varias de sus propiedades. Pero esta labor ha de realizarse ¡a mano!
En total, los trabajadores del Palacio de Buckingham, el Castillo de Windsor y el Palacio de Holyroodhoous -la residencia de la Reina de Inglaterra en Edimburgo- emplearán 40 horas para retrasar todos los relojes a tiempo. Entre ellos hay relojes musicales, relojes astronómicos, relojes en miniatura, relojes de pared, relojes de torre y otras tantas modalidades de este característico objeto. Cada uno ubicado en diferentes estancias repartidas por las tres propiedades reales.
Scotland Yard pone fin a los misteriosos robos que venían cometiéndose en el Palacio de Buckingham
En el Palacio de Buckingham, por ejemplo, hay 600 relojes distribuidos en 775 habitaciones -entre ellas 19 salas de estado, 52 dormitorios, 92 oficinas, 78 baños y 188 cuartos pertenecientes al personal. Aunque no lo parezca, la residencia más grande es, no obstante, el Castillo de Windsor, pues posee 1.000 habitaciones. Eso sí, en ellas 'únicamente' hay 450 relojes. En cuanto al escocés Palacio de Holyroodhous, hogar de la Familia Real durante más de 500 años, cuenta con medio centenar de relojes esparcidos por sus distintas estancias.
- Por primera vez en tres décadas, Isabel II podría pasar las navidades en Windsor
Una cifra nada desdeñable, sin duda, a la que habría que añadir los que se encuentran en el Castillo de Balmoral, la residencia de vacaciones de Isabel II y de su marido, el duque de Edimburgo, de la que no ha trascendido el número de relojes que contiene en su interior, como tampoco de su propiedad de Sandringham, a la que se trasladó por cierto a mediados del pasado mes de septiembre.
Las tradiciones son algo muy arraigado en el seno de la monarquía británica. De ahí la exigencia con que se cumpla rigurosamente con este ritual sin recurrir a las nuevas tecnologías ni a los relojes digitales. Eso sí, cuando se trata de otras cuestiones la reina Isabel II sí es capaz de modernizarse. A principios de mes, recordemos, participó en una videollamada con su nuera, la condesa de Wessex, aislada en su casa tras estar en contacto con un positivo de COVID-19. También lo hizo meses antes, en julio para ser más exactos, aquella vez con su hija Ana.