Nueva mudanza para Isabel II en los últimos tiempos. Después de pasar el verano en el Castillo de Balmoral (Escocia) y permanecer durante casi un mes en su residencia de Sandringham, la monarca ha puesto rumbo, de nuevo, al Castillo de Windsor, donde ha permanecido durante la pandemia junto a su esposo, Felipe de Edimburgo. Pero en esta ocasión lo ha hecho sola, mientras que el Duque, de 98 años, sigue en Sandringham, donde está pasando la gran parte de su tiempo desde que puso fin a sus deberes institucionales el 3 de agosto de 2017. Esta separación física del matrimonio real se produce cuando en algo más de un mes celebrarán su 73 aniversario de bodas y tras haber convivido ultimamente bajo el mismo techo mucho más que en los últimos años.
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Antes de que estallase la crisis sanitaria, Isabel II solía atender sus compromisos como jefa de Estado desde Windsor o desde el Palacio de Buckingham, mientras que desde que se jubiló hace tres años, Felipe de Edimburgo permanecía en la finca de Norfolk, donde cada Navidad se reúne la Familia Real. De hecho, aunque todavía no es su intención trasladarse a vivir al Palacio de Buckingham, la idea de la soberana es tener audiencias y atender sus compromisos institucionales en su icónica residencia oficial de Londres, aunque estos planes estarán sujetos a revisión. Los que sí han reestrenado Buckingham han sido los duques de Cambridge que este miércoles tuvieron una audiencia con el presidente de Ucrania Volodymyr Zelensky y la primera dama Olena Zelenska en el Salón del Trono, donde no hubo apretones de mano, por las restricciones sanitarias.
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Isabel II, gran amante de las tradiciones, suele permanecer un mes durante la Pascua y durante una semana en junio -coincidiendo con la ceremonia de la Orden de la Jarretera y la reunión de Royal Ascot- en el Castillo de Windsor, una de sus propiedades más queridas. Este lugar ha sido elegido por muchos de los miembros de la Familia Real para celebrar sus bodas (los condes de Wessex, el príncipe Carlos y la duquesa de Cornualles, los duques de Sussex o el enlace de Eugenia de York y Jack Brooksbank, por citar algunos) y la Reina decidió reconstruirlo tras el grave incendio que lo asoló en 1992.
Tras pasar la cuarentena en Windsor, la reina Isabel y su esposo llegaron a Balmoral el pasado 4 de agosto en un vuelo privado. A pesar del aislamiento, por su avanzada edad ambos se encuentra en el grupo de riesgo del coronavirus, han recibido las visitas de algunos miembros de la Familia como los duques de Cambridge o la princesa Eugenia de York y su marido, Jack Brooksbank, y los condes de Wessex. De allí partieron a Sandringham a mediados de septiembre, justo después de que se conociera que esta finca iba a acoger un autocine para conseguir atraer visitantes. La enorme extensión de la propiedad permite que, además de encontrarse las dependencias privadas reales, haya edificios destinados a exposiciones, rutas de senderismo, una cafetería y hasta una tienda de productos locales.
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