Desde que puso un pie en los Estados Unidos, Meghan Markle puso la mirada en el próximo 3 de noviembre, cuando en el país se celebran las próximas elecciones presidenciales. Sus primeros movimientos fueron sutiles, hablando de la importancia del voto entre la juventud, sin embargo, esta semana los Sussex desembarcaron en la televisión estadounidense en horario de máxima audiencia y en una de las principales cadenas para compartir un discurso que anime a las urnas. Las reacciones no se han hecho esperar y Donald Trump, Presidente de los Estados Unidos y uno de los candidatos para revalidar su puesto en la Casa Blanca, se ha dado por aludido y suma un nuevo asalto en un historial compuesto por varios combates. ¿Ready to rumble?
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No hizo falta que Meghan y Harry se pronunciaran políticamente el pasado martes por la noche durante la gala especial que se emitió en la ABC y en la que se desveló el nombre de las 100 personas más influyentes del año según la revista TIME. El matrimonio no dijo si iban con los demócratas o a los republicanos y tampoco mencionaron el nombre de Trump o el de su rival Joe Biden, sin embargo, el mensaje era claro, más con los antecedentes que ahora desgranamos, y el Presidente no dudó a la hora de pronunciarse con el estilo que caracteriza al magnate de la construcción y los concursos de belleza reconvertido en político desde el 2016. “Yo no soy fan de ella, como ella ya probablemente sepa, solo diré que le deseo suerte a Harry. La va a necesitar”.
Donald Trump dijo esto durante una rueda de prensa en la Casa Blanca cuando un reportero le preguntó su opinión sobre que “la pareja hubiera alentado a la gente para votar a Joe Biden”, tal y como recogen los medios del país. Lo cierto es que los Sussex nunca se pronunciaron abiertamente, pero es de sobra conocida la admiración mutua entre Meghan Markle y Kamila Harris, la senadora californiana que se postula para la vicepresidencia con Joe Biden, y Harry, por su parte, pidió a los estadounidenses que “rechacen el discurso de odio, la desinformación y la negatividad”. En definitiva, cada uno que saque sus propias conclusiones, tal y como ha hecho Trump.
Sobre este encontronazo que promete no ser el primero ya que hasta el 3 de noviembre todavía faltan algunas semanas conviene matizar un par de cuestiones. Por un lado, desde algunos sectores y medios del Reino Unido (no todos) se repitió la idea que de que los Sussex tendrían una nula presencia y perderían toda trascendencia fuera de la Casa Real, sin embargo, sus ideas están calando, muestras de ello es que han llegado a oídos de la máxima autoridad del país. Por otro lado, este “asalto” no es el primero, Trump y Markle tienen un combate abierto desde hace años, solo que este promete ser el "combate del siglo".
El 'combate del siglo' comenzó en el 2016
En las pasadas elecciones, celebradas en el 2016 y cuando los Obama salieron de la Casa Blanca para ceder el lugar a los Trump, Meghan era una actriz que no tenía planes de convertirse en princesa. Así que hizo campaña públicamente a favor de Hillary Clinton, que finalmente perdería las presidenciales, y se posicionó abiertamente en contra de Donald Trump. Con estos antecedentes ocurrió lo que todos conocemos: Harry y Meghan se enamoran, se casan y se convierten en miembros activos de la Familia Real británica, con la capacidad, entre otras cosas, de estar al lado de Isabel II en los actos de máxima relevancia institucional como es el recibimiento a un mandatario extranjero.
De este modo, Meghan y Trump llegaron al segundo asalto, esta vez ella como duquesa de Sussex y él ya convertido en Presidente, cuando en junio de 2019 los Trump acudian en viaje de Estado al Reino Unido. Antes de que comenzara toda la pompa, el boato y la solemnidad que caracteriza a la monarquía británica comenzaron a circular unas declaraciones en las que supuestamente el Presidente calificaba a Meghan de “nasty”, que viene siendo en castellano un desagradable u horrible. Llegados a este punto, Trump levantó la bandera blanca, también a su estilo, y dijo que él no había dicho tal cosa. Es más, culpó directamente y vía redes sociales a los medios que según él hacen noticias falsas, entre los que mencionó al canal CNN y al diario The New York Times, con los que tiene abierta su guerra particular. El Presidente pidió a estos medios que se disculparan por un conflicto que estaba empañando su viaje de Estado.
Desde el Palacio de Buckingham cerraron este tema de forma aséptica, Meghan no estuvo presente en ninguno de los actos (Archie solo tenía un mes de vida así que su ausencia quedó justificada por su baja de maternidad), el príncipe Harry fue encantador con Ivanka Trump (según explicó el propio Trump) y el Gran Salón de Baile del Palacio de Buckingham desplegó todo el brillo para recibir a los Trump en una cena en la que los Duques de Cambridge representaron a la nueva generación y en la que es de suponer que el príncipe Carlos y el Presidente no intercambiaron opiniones sobre el cambio climático. Sin embargo, el programa Good Morning Britain se lanzó y el periodista Piers Morgan pidió a Trump que dejara claro su opinión sobre la nuera del próximo Rey de Inglaterra. Entonces Trump calicó a Meghan de “muy agradable”, opinó que estaba haciendo un buen trabajo y le deseó que le gustara su nueva vida. Algo que, ironías del destino, nunca ocurrió. Donald Trump intento quedarse aquí, pero le refrescaron la memoria y le recordaron que cuando era un candidato a la presidencia, Meghan alertó de que era un “misógino”, motivo por el que deseaba que Hillary Clinton llegara a la Casa Blanca. “Fue antipática conmigo, y está bien serlo, pero no es bueno que yo sea desagradable con ella y no lo he sido”, dijo en referencia a esas declaraciones.
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Por este historial, no hacía falta que los Sussex se pronunciaran políticamente, sus palabras y actos los habían ido situando en una posición antagónica a la de Trump, sobre todo a ella, porque hasta ahora Harry se había mantenido sin cruzar la delicada línea roja que dice que los miembros de la realeza no deben inmiscuirse en asuntos poíticos. Al principio parecía que el nieto de Isabel II se iba a mantener totalmente al margen de la vida política de los Estados Unidos, es más, así lo aseguró desde el Reino Unido un medio de comunicación por fuentes propias y cercanas al Palacio, sin embargo, el pasado martes quedó claro que el Príncipe va a acompañar a Meghan en una batalla que ya se ha convertido en algo personal.
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