Isabel II ya ha terminado sus vacaciones de verano en el Castillo de Balmoral (Escocia). Sin embargo, antes de regresar al Castillo de Windsor, a donde se mudó antes de la pasada Semana Santa, la Reina y su marido, Felipe de Edimburgo, van a hacer una nueva mudanza que otros años no estaba prevista. La soberana, de 94 años, y su marido, de 99, abandonarán las tierras escocesas a mediados de este mesa para poner rumbo a su residencia de Sandringham.
Así lo ha confirmado un portavoz real: “La Reina y el duque de Edimburgo abandonarán el Castillo de Balmoral la semana del 14 de septiembre para pasar una periodo privado en Sandringham. La intención de Su Majestad es regresar al Castillo de Windsor en octubre y reanudar el uso del Palacio de Buckingham para audiencias y compromisos seleccionados. Estos planes estarán sujetos a revisión” según recoge la versión británica de ¡HOLA!
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Aunque el abuelo de los príncipes Guillermo y Harry se trasladará con su esposa a Sandringham, queda en el aire saber si volverá a Windsor cuando lo haga la monarca. Normalmente Isabel II pasa sus vacaciones de invierno en su residencia de Sandringham tras la fiesta de Navidad que ofrece en el Palacio de Buckingham para los miembros de sus familia en diciembre. A la Reina le gusta pasar en esta mansión del condado inglés de Norfolk todo el mes de enero y regresa a Londres después del aniversario de la muerte de su padre, el rey Jorge VI, el 6 de febrero.
El matrimonio real ha estado viviendo en el Castillo de Balmoral desde el 4 de agosto a donde llegaron a través de un vuelo privado y tras cuatro meses de convivencia en el Castillo de Windsor donde pasaron la pandemia. A pesar de estar aislados y recluidos, la Reina y su marido han contado con las visitas de algunos miembros de la Familia Real como los duques de Cambridge, la princesa Eugenia y su marido, Jack Brooksbank, y los condes de Wessex.
Hace tan solo unos días se conocía que la finca de Sandringham iba a coger un autocine, una iniciativa un tanto sorprendente para atraer visitantes. En su enorme extensión de terreno, además de encontrarse varias residencias privadas, hay edificios destinados a exposiciones de arte, senderos señalizados, una cafetería y una tienda de productos locales.
El pasado 17 de marzo, Isabel II puso rumbo a Windsor, una semana antes de lo previsto, para sus vacaciones de Pascua. Un movimiento que vino precipitado por el estallido del brote de coronavirus. La Corona tomó la decisión de que la soberana abandonase el Palacio de Buckingham como medida de seguridad y aislamiento para evitar una infección por coronavirus. Desde allí ha participado en varias videollamadas y ha estado atendiendo a sus compromisos. En sus 68 años de reinado, este es el periodo más largo que Isabel II ha estado lejos del Palacio de Buckingham, según apunta The Sunday Times.