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Fue uno de los puntos más polémicos de su acuerdo para abandonar la Familia Real británica y uno de los que más preocupó a la opinión pública y a los contribuyentes. El príncipe Harry y Meghan Markle querían abandonar Gran Bretaña, pero deseaban seguir conservando su domicilio inglés: Frogmore Cottage, su casa de Windsor que fue un regalo que la Reina les hizo en octubre de 2018, cuando se anunció que la pareja estaba esperando su primer hijo. Finalmente, y tras duras negociaciones, se llegó al acuerdo de que si querían mantener esta vivienda tenían que abonar el coste, asumido con dinero público, de las obras de reforma que se hicieron para que pudieran formar su hogar. Meses después, los Sussex han cumplido con su palabra y han abonado los 2,67 millones de euros que costó poner a punto esta residencia.
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Ha sido un portavoz de los duques de Sussex el que ha emitido una declaración en la que informa que el príncipe Harry “ha hecho una contribución a la Sovereign Grant con la que ha cubierto completamente los costes de la renovación necesarios de Frogmore Cottage, propiedad de Su Majestad la Reina, y seguirá siendo la residencia británica del Duque y su familia”.
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Antes de mudarse a esta casa en Windsor, Harry y Meghan habían vivido en Nottingham Cottage, dentro de los terrenos del Palacio de Kensington hasta poco antes del nacimiento de Archie, en mayo de 2019. Cuando a principios de año anunciaron su intención de retirarse de sus deberes institucionales, el Palacio de Buckingham emitió un comunicado en el que anunció que los Sussex no usarían sus títulos de altezas reales al no ser miembros de primer nivel de la Familia Real y que habían expresado su deso de reembolsar los gastos de la Sovereign Grant para la remodelación de Frogmore Cottage.
Tras abandonar Reino Unido, Harry y Meghan vivieron durante una temporada en Canadá con su hijo Archie antes de mudarse a los Estados Unidos, donde han adquirido una mansión en Montecito (Santa Bárbara, California).
Hay quien apunta que la factura pendiente se ha podido pagar en su totalidad gracias al contrato que firmaron a principios de mes con Netflix gracias al cual realizarán formatos de toda índole desde documentales, hasta largometrajes, pasado por programas infantiles y otros espacios guionizados. Además, el príncipe Carlos ha cortado la financiación privada que daba a su hijo pequeño y a su nuera después de este acuerdo con el gigante del entretenimiento y tras conocerse el abono de la reforma de Frogmore Cottage. Estos nuevos movimientos suponen unos pasos más en la ansiada independencia financiera que deseaban los Sussex y en que su ‘divorcio’ definitivo con el Reino Unido es una realidad cada vez más palpable.
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