La Familia Real británica tiene un extenso patrimonio entre el que se encuentran algunas de las propiedades más espectaculares del mundo. Algunas forman parte de la Corona, y son bienes del Estado, aunque estén reservadas para la Familia Real, y otras son propiedad privada y la reina de Inglaterra las heredó de su padre, el rey Jorge VI. Pero si algo tienen en común, es que se gestionan para que resulten rentables y con el fin de que británicos y turistas puedan disfrutar de ellas en cierta medida. En los últimos tiempos la COVID- 19 provocó que las puertas de palacios, castillos y otras residencias reales se cerraran, viendo así menguados sus ingresos, destinados entre otras cosas a la protección y divulgación del patrimonio. Ahora, que han podido volver abrir, Isabel II está demostrando porque la monarquía británica es uno de los grandes reclamos turísticos del país. A ingenio no le gana nadie y entre las últimas iniciativas lanzadas está montar un autocine en los terrenos de Sandringham.
La residencia de Sandringham, hogar privado de cuatro generaciones de monarcas, es uno de los retiros campestres favoritos de la Reina de Inglaterra, allí suele pasar unos dos meses al año y de forma tradicional recibe a los suyos para celebrar la Navidad. Entre la enorme extensión de terreno, además de varias residencias privadas, se extienden edificios destinados a exposiciones de arte, senderos señalizados, una cafetería y una tienda con productos locales. Ahora a este listado de atracciones hay que sumar que este mes se pondrá en marcha un autocine: 1917, Rocketman, Toy Story, Grease o Bohemiam Rhapsody serán algunas de las películas que se proyectarán en estas sesiones de cine al aire libre.
Las maniobras de Isabel II para que le salgan las cuentas
Por si fuera poco,Sandringham House ya tiene las entradas agotadas para otras actividades nuevas como es el recorrido turístico de la mano del propio jardinero real o una jornada para recoger manzanas en los terrenos reales. Este otoño ha venido cargado de iniciativas ya que también se están instalando luces y sonidos para hacer visitar nocturnas y hay programada una feria de artesanía, regalos y alimentación de cara a Navidad.
De forma paralela, Royal Collection Trust, que gestiona algunas de las propiedades reales, saca sus armas y anuncia que el look de la última boda real se expondrá en el Castillo de Windsor. Es decir, el llamativo vestido que Beatriz de York tomó prestado del armario de su abuela para su discreta boda con Edoardo Mapelli Mozzi, se podrá visitar a partir del 24 de septiembre con la entrada general para visitar el castillo. Un reclamo que se suma a la reciente apertura de algunos jardines reales de Windsor que llevaban cerrados al público durante décadas, concretamente East Terrace Garden, un jardín privado que rediseñó el duque de Edimburgo en la década de los años setenta y en que hasta ahora estaba reservado a actividades familiares.
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En los últimos dos meses las novedades han sido continuas y todas las residencias reales abiertas al público ha lanzado propuestas nunca vistas hasta ahora con el fin de reactivar el turismo y recuperar el flujo de visitantes que tenían antes de la pandemia. Entre las propuestas más llamativas destaca la del Palacio de Kensington, que ha expuesto el icónico vestido con el que Diana de Gales bailó en 1985 con Jonh Travolta, o el lanzamiento de una ginebra premium elaborada con ingredientes botánicos seleccionados de los jardines de Buckingham y que solo se vende en pequeños lotes en la propia tienda del palacio. Cuando parece que ya lo hemos visto todo, Isabel II demuestra que guarda muchos ases debajo de la manga y que los viejos palacios pueden ofrecer divertidas novedades. Eso sin olvidar que hay una enorme colección de cuadros dentro del patrimonio real que todavía no se han expuesto al público.
Hay que recordar que durante el confinamiento desde la organización Historic Royal Palaces, que gestiona entre otros el Palacio de Kensington, la Torre de Londres o el Palacio de Hampton Court, hizo un llamamiento público para que se hicieran donaciones ya que cifraban sus pérdidas en 95 millones de libras (más de 106 millones de euros) al tener que cerrar al público las seis propiedades que gestionan. Una vez que pudieron reabrir, a mediados de julio, tanto ellos como la Royal Collection Trust, han tirado de imaginación para aumentar las visitas en un verano de poco turismo a nivel mundial.
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