A veces la vida desarma. Deja indefenso, sin barreras de protección ni protocolos de conducta que valgan; deja a pecho (o corazón) descubierto como les ocurrió a las princesas Beatriz y Eugenia durante una videoconferencia con los ganadores de los Premios Teenage Cancer Trust 2020, en reconocimiento a las personas que apoyan a pacientes jóvenes con cáncer. Las hermanas de York no pudieron evitar enjugar algunas lágrimas de emoción al escuchar el testimonio de una abuela que mantiene viva la memoria de su nieto recaudando fondos para la fundación benéfica de la que las nietas de la reina Isabel son miembros honorarios.
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Definitivamente no cansan los años, porque Enid Waterfall, infatigable a sus 85, da 85.000 mil vueltas a cualquiera. La buena mujer ha recolectado para la causa de su nieto miles de libras de todos los bolsillos de Wrexham, una villa del norte de Gales y cercana a la frontera natural con Inglaterra, en el Reino Unido. Cada penique era un pequeño tributo a su querido Richard, que murió en 2018 después de ser diagnosticado de una forma rara de cáncer que afecta a los huesos o a los tejidos de alrededor. Al final ella y su marido, Norman, de 89, le han dado un colosal homenaje con una recaudación total de 28.000 libras, más de 30.000 euros, en favor de Teenage Cancer Trust, como muestra de agradecimiento a los cuidadores de estos enfermos y en particular a los que tuvo su chico. El esfuerzo de Enid ha sido premiado durante esta ceremonia de entrega, online a causa de la crisis sanitaria.
La princesa Eugenia, con la sensibilidad a flor de piel tras escuchar la historia de Enid Waterfall, la felicitó por su admirable iniciativa con un nudo en la garganta: “En primer lugar, escuchar lo que haces en memoria de tu nieto Richard, qué cosa más maravillosa. Creo que casi me ahoga, porque debe de ser muy difícil hacerlo”. La señora Waterfall trató de quitar drama: “Curiosamente te sientes más cerca de Richard cuando lo haces. Y el valor es de la gente: no soy yo, son las personas que contribuyen, son todos los que trabajan conmigo, son los que se acercan a ti y te dan dinero una y otra vez”. Entonces, asomó al rostro de la Princesa una lágrima y una sonrisa de disculpa, mientras la princesa Beatriz se secaba los ojos también: “Gracias por tu increíble trabajo... Gracias por existir y también gracias por el legado de Richard, gracias por todo”.