Al igual que su madre y su hermana, Eugenia de York se ha implicado mucho en aportar su granito de arena en ayudar a los más vulnerables durante la pandemia que ha provocado el coronavirus. Ella conoce muy de cerca lo que es tener a un familiar infectado por este peligroso enemigo y no solo por el contagio de su tío, el príncipe de Gales, sino por el de su suegro George Brooksbank, que permaneció durante nueve semanas ingresado –más de la mitad de ellas con un respirador- e incluso se llegó a temer por su vida. Unos momentos muy complicados que afortunadamente para la hija del príncipe Andrés y Sarah Ferguson ya son cosa del pasado.
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A primeros de mes se conoció que el suegro de la Princesa, de 71 años, había ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos después de realizar un viaje a Francia. Aunque en un momento se dijo que su situación “era grave, pero estable”, la realidad es que se avisó a la familia de que se prepararan para lo peor. Ha sido el propio padre de Jack Brooksbank el que ha contado como fueron sus más de dos meses en el hospital y lo bien cuidado que se sintió por todo el equipo médico. “Lo que realmente quiero transmitir es que creo que el Sistema Nacional de Salud es absolutamente magnífico” ha manifestado a The Tlegraph. “La forma en que me trataron fue increíble. Nada fue un problema y en ningún momento tuve la sensación de escasez de médicos o enfermeras o alguna sensación de que el sistema estuviese colapsado. Ciertamente les debo mi vida”, ha continuado.
Su recuperación ha sido prácticamente total, aunque todavía camina con un bastón. “Mi respiración ha vuelto a la normalidad y me considero extremadamente afortunado. Ahora pienso en aquellos que aún luchan contra la enfermedad y el personal sanitario que arriesga sus propias vidas para ayudarlos”, manifiesta el suegro de Eugenia de York. Su salud mejoró sensiblemente después de practicarle una traqueotomía, momento en el que le trasladaron al Hospital Royal Brompton, especializado afecciones cardíacas y pulmonares en personas que han sufrido COVID-19. Su mujer, Nicola, de 66 años, también se infectó, pero de manera más leve y logró recuperarse en su domicilio. “Sin duda, lo salvaron y no podríamos estar más agradecidos. No pudimos verlo durante el tratamiento y más de una vez nos dijeron que esperáramos lo peor”, recuerda.
Durante esta crisis sanitaria sin precedentes Eugenia de York y su marido están haciendo un esfuerzo para ayudar a los afectados. Recientemente se ofrecieron como voluntarios del Ejército de Salvación, empaquetando comida para los más necesitados. Antes, a primeros de este mes ayudaron a os trabajadores de un hospital preparándoles comida.