Hace cinco años, el 2 de mayo de 2015, los lugares más emblemáticos de Londres, que ahora permanecen cerrados (la Torre de Londres, Trafalgar Square y el London Eye), se tiñeron de rosa anunciando el nacimiento de una princesa. La llegada de Charlotte Elizabeth Diana de Cambridge fue un regalo de primavera que alegró a la nación, el júbilo se extendió por todo el mundo y llegaron regalos desde lugares tan lejanos como Australia, cuyo gobierno obsequió a la recién nacida con una manta de lana merina de Tasmania. Desde Israel fue enviado un vestido rosa adornado con un broche con el símbolo hamsa, un signo de protección en Oriente Medio. Pero nadie parecía más emocionado que su abuelo, el Príncipe de Gales. "Es hermosa", dijo Charles lleno de orgullo. "Esperaba una nieta, alguien que me cuide cuando sea muy viejo". Resulta difícil de creer que la pequeña niña del príncipe de Gales celebre su quinto cumpleaños porque parece muy adulta. "Ella está muy pendiente de todo", ha comentado alguna vez la duquesa de Cambridge, de su hija, a quien en casa llaman cariñosamente Lottie.
Meses antes de su nacimiento, las leyes de sucesión fueron cambiadas para que no tuviera que ceder su lugar a un hermano menor. Esto dejó a Charlotte en cuarta posición en la línea sucesoria al trono después del príncipe George y por delante de su hermano pequeño Louis. Pero Charlotte, siempre dispuesta a captar la tención de los focos, ha contribuido con sus entusiastas aplausos a levantar el ánimo de los trabajadores del Servicio Nacional de Salud. Está claro que ella no necesita un cambio legislativo para dejar su huella en la familia. Hace tan solo unos días, fue fotografiada saliendo entusiasmada de Anmer Hall, Norfolk, donde la familia se encuentra aislada, para rendir un nuevo homenaje al personal sanitario.
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La princesa del poder femenino británico ya deja ver el temple de una mujer Middleton, así como la serena autoridad de su bisabuela, la Reina. Además posee un encanto infinito. ¿Quién no recuerda aquel dulce gesto de Charlotte, cuando junto a George y su padre visitaban a su hermano recién nacido y ella lanzó una mirada hacia atrás para regalar un saludo a los fotógrafos? Fue un momento espontáneo que enterneció la escena, algo digno de su inolvidable abuela, la princesa Diana.
Junto con su hermano mayor, el futuro Rey, la pequeña royal también demostró gran naturalidad cuando, el año pasado, se le permitió por primera vez unirse a los adultos para el tradicional servicio religioso de Sandringham. Charlotte impresionó a todos con sus exquisitos modales, muy especialmente a Gemma Clark, una fan de la realeza que padece parálisis cerebral y había acudido al evento en su silla de ruedas. En esta ocasión la mujer pudo hacer un obsequió a Charlotte, un flamenco de juguete al que llamó Felicity. "Le pregunté: ¿Te gustaría tener a Felicity? Su rostro se iluminó y dijo dulcemente:" Sí, por favor ", relató la mujer. “Entonces ella y George me abrazaron, me sentí en las nubes. Fueron tan dulces, un momento muy especial que recordaré por siempre".
Como muchas niñas, Charlotte toma como modelo a su madre. A menudo vemos a la Duquesa abrazarla y darle recomendaciones discretamente, en actos donde la familia sale a saludar al público. La cercanía entre madre e hija suele evidenciarse por la coordinación de colores y estilos en sus outfits. Lejos de la mirada de las multitudes, los Cambridge tienen cuidado de no reforzar los estereotipos de género, según reveló el Duque a una joven activista que alienta a las niñas a jugar al fútbol. “Él dijo: Cuando el príncipe George y Charlotte juegan al fútbol, George hace que Charlotte vaya a la portería porque dice que él es mejor'. Pero su padre le aclaró, 'Charlotte podría ser tan buena como tú, George, así que merece las mismas oportunidades'', comentó Olivia Hancock.
Lo mismo han aplicado en a elección de colegio. En septiembre pasado, la princesa se unió a su hermano mayor en Thomas’s School, Battersea, donde son conocidos como George y Charlotte Cambridge. El moderno plan de estudios incluye ballet para niñas y niños, y se considera primordial fomentar la amabilidad. A diferencia de generaciones pasadas de los Windsor, el príncipe Guillermo y su mujer no han elegido un centro que segrega por sexo a su alumnado.
La autoconfianza de Charlotte ha brillado en las giras reales: a su primera visita a Canadá en 2016 le siguió al año siguiente un viaje por Polonia y Alemania. Las visitas fueron parte de sus primeras lecciones de diplomacia, en las que resultó ser una versión en miniatura de su madre, realizando una delicada reverencia mientras aceptaba flores de un agregado de Defensa en el aeropuerto de Berlín.
Su sintonía con su hermano mayor es un buen augurio para el futuro, y podría ser el reflejo de aquella relación de apoyo entre el príncipe Carlos y la princesa Ana a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, cuando recorrieron el mundo desde Australia y Nueva Zelanda a Canadá, EE UU, Jamaica y Kenia.
Más tarde, en los Juegos Olímpicos de Montreal, en 1976, Ana, una jinete ganadora de medallas, captó toda la atención del público, al ser la primera vez que un miembro de la realeza competía en una Olimpiada. La princesa representó con excelencia el rojo, blanco y azul de Gran Bretaña, montando a Goodwill, el caballo de la Reina.
Desde entonces, Ana se forjó una reputación como una royal muy comprometida, que durante décadas ha reciclado trajes y ha sido incansable mecenas de organizaciones como Save the Children y St John Ambulance. En 2019, cumplió con 506 compromisos, mientras que Carlos de Inglaterra cubrió 521, ese fue el primer año que pudo superarla. En 1987, fue nombrada princesa real, un título que suele ser otorgado por el monarca a la hija mayor, en reconocimiento a su trabajo.
Por supuesto, no podemos saber cómo se desarrollarán los intereses de Charlotte ni si alguna vez tendrá el título de Princesa Real. Pero no es difícil imaginar que, como Ana, se convertirá en un pilar de la monarquía.
Cuando la princesa Charlotte llegue a la mayoría de edad, Gran Bretaña volverá a estar regentada por reyes, después de uno de los más largos y exitosos mandatos de una reina en la historia del mundo. Pero mientras el próximo siglo podrá estar protagonizado por los reinados de Carlos III, Guillermo V y GeorgeVII, podemos estar seguros de que Charlotte gobernará como una 'princesa de corazones' del siglo XXI.