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Carlos de Inglaterra conoce muy bien lo que es estar confinado. El heredero al trono británico, de 71 años, estuvo aislado en su residencia escocesa tras dar positivo en coronavirus hace casi un mes. Desde entonces está con su esposa, la duquesa de Cornualles, confinado en su casa de Birkhall, dentro de los terrenos de Balmoral. Desde allí el matrimonio está teletrabajando y se mantiene en contacto gracias a la tecnología con el resto de su familia. También está disfrutando de mucho tiempo libre que aprovecha para ver vídeos virales y divertidos por internet, tal y como el mismo ha confesado.
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“Hemos visto el mejor lado de la tecnología, el que permite a las personas poder seguir trabajando, pero también para mantenerse en contacto de manera virtual disfrutando de juegos y canciones y ¡de los videos más divertidos que he visto en mucho tiempo! En estos momentos de prueba, es tranquilizador ver que la adversidad está sacando lo mejor de las personas”, ha confesado el príncipe de Gales, a la revista semanal Country Life, centrada en la vida rural moderna.
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En la publicación, el primogénito de Isabel II también quiere concienciar sobre la importancia de cuidar la naturaleza y la agricultura. El Príncipe es un gran defensor de la vida natural y de consumir productos de proximidad. En la entrevista ha querido poner en valor la labor estas semanas de los agricultores británicos para abastecer a la nación. “Cuando salgamos de esta crisis, como seguramente haremos, me parece que deberíamos aprender algunas lecciones como la importancia crucial de la Naturaleza en nuestro bienestar y en nuestra existencia, del poder de lo local y de una forma más amable de ser. Después del sufrimiento y la ayuda desinteresada no podemos permitirnos volver a ser como éramos. Este es un momento en la historia”, manifiesta al semanario.
Además de recuperarse del COVID-19 y de participar de los aplausos solidarios para los sanitarios y trabajadores esenciales, Carlos de Inglaterra y su mujer han vivido durante la cuarentena un aniversario muy significativo: sus 15 años de casados, que quisieron ilustrar con una imagen de los dos con sus perros, Beth y Bluebell, realizada en el porche de su casa de Escocia. Fue precisamente en esta residencia de las Highlands donde disfrutaron de su luna de miel y que se ha convertido en su mejor refugio no solo en tiempos amables sino en momentos difíciles como los que estamos viviendo.