Tal vez Isabel de Inglaterra no habría podido asistir con la princesa Ana así, felices una al lado de la otra, a la última edición de Ascot si 45 años antes Ronnie Russell no se hubiera cruzado en el camino de la princesa real. Nadie sabe qué tragedia podría haber sucedido de lo contrario, pero no hay nada que lamentar porque providencialmente el exboxeador de peso pesado, que ahora tiene 72 años, sí conducía aquella noche de autos por la misma carretera en la que Ian Ball intentó llevarse a la princesa Ana a punta de pistola. Cualquier madre le estaría eternamente agradecida por su acción y, como ha transcendido ahora de boca del propio héroe, Isabel II, que no es cualquier madre, le demostró su gratitud con un gesto muy conmovedor al hombre que salvó a su hija de un intento de secuestro aquel inolvidable 1974.
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Ronnie recordó al diario Mirror que la policía le hizo una visita de cortesía a su casa después del incidente. “Miraban mi casa por todos lados mientras comentaban: ‘Oh, esta es una casa bonita’. Me preguntaron si tenía una hipoteca y yo dije: ‘Sí, sí. ¿Por qué?’ Y dijeron: ‘Bueno, realmente nos estamos adelantando diciéndote esto, pero la reina Isabel va a pagar tu hipoteca como recompensa por lo que has hecho’. No cabía en mí de gozo. En realidad, estaba al borde del deshaucio en aquel momento. Iba a recuperar mi casa. ¡Así que me sacó de esa!”.
Aquella fatídica noche Ronnie conducía de regreso a su bonita casa en Kent en el momento del incidente. Ian Ball había bloqueado el coche de la princesa Ana en The Mall, en el centro de Londres, y había disparado, hiriendo hasta a cuatro personas. “Se estaba moviendo muy rápido”, dijo recordando haber visto al secuestrador tratando de sacar a la Princesa del vehículo, mientras que su entonces marido, el capitán Mark Phillips, la estaba haciendo retroceder. “Ella estaba muy, muy junta, diciéndole a su captor: ‘Solo vete y no seas un hombre tan tonto’. Se quedó allí mirándome con el arma y yo entonces lo golpeé. Le pegué tan fuerte como pude, y cayó boca abajo en el suelo”. Y, como en los cuentos, dejó K.O. al malo y salvó a la Princesa.
Ronnie también recibió por su valentía la Medalla de George de manos de la soberana británica, que le hizo entrega de la merecida distinción con estas palabras: “La medalla es de la Reina, pero quiero dártela como la madre agradecida de Ana”. Desafortunadamente, en ocasiones hay que separarse de lo que uno más quiere y el héroe de la princesa Ana se ha visto obligado a poner en venta ahora muy a su pesar la preciada medalla como seguro de vida debido a su precario estado de salud. Se espera que recaude entre 15.000 y 25.000 euros el mes próximo en una subasta. “Fue algo que dije que nunca haría. Me gustaría que quienquiera que finalmente la adquiera me invite algún día para contarle lo que sucedió esa noche”. La noche que un campeón se hizo con una medalla (y una hipoteca) al valor de sus puños y que una reina recordará eternamente agradecida después de todo.