Hasta en una de las monarquías con más boato y ceremonial del mundo, como es la británica, también hay fallos de protocolo y pequeños malentendidos que en ocasiones quedan a la vista de todos. Esto es lo que le sucedió a Isabel II y a su hija, la princesa Ana, durante el acto de bienvenida del pasado martes al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y a su mujer Melania, en el Palacio de Buckingham. En unas imágenes, que ya se han hecho virales, se especuló con la posibilidad de que la Reina estuviese 'regañando' a su hija delante del mandatario y su mujer. Días después se ha conocido qué es lo que realmente sucedió entre madre e hija.
En las imágenes se ve a la princesa Ana parada a un lado, mientras la soberana se vuelve hacia su única hija y parece indicarle que se una a los saludos. La princesa real responde extendiendo los brazos y encogiéndose de hombros. Muchos usuarios de las redes sociales especularon con que la Reina remprendió a su hija por no saludar al matrimonio Trump, a lo que ella respondió de esa manera.
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Pero, en realidad, lo que estaba haciendo la hija de Isabel II era retroceder ya que no era parte del comité oficial de bienvenida y la Reina estaba buscando quién era el próximo político al que tenía que saludar. Al final resultó que Trump fue el último de los líderes de la OTAN en el besamanos. Es por esta razón que la Princesa levantó los brazos, se rió y comentó: "Solo soy yo", antes de señalar a los miembros de la Casa Real que venían detrás de ella, el teniente coronel Anthony Charles Richards y Lord Chamberlain Earl Peel.
En la foto oficial del aniversario, el presidente Trump se sentó al lado del príncipe Carlos, que ejerció de anfitrión con la pareja de la Casa Blanca durante un té que tuvo lugar en Clarence House, la residencia del heredero y de su esposa, la duquesa de Cornualles. La duquesa de Cambridge también estuvo presente en el encuentro sin el príncipe Guillermo, que se encontraba de viaje oficial por Kuwait y Omán.