El arzobispo de Canterbury es la máxima autoridad de la iglesia anglicana y solo responde ante la Reina. Aun así, confesaba estar nervioso antes oficiar la boda entre Meghan Markle y el príncipe Harry. Justin Welby, nombrado por Isabel II en 2012, tienen a sus espaldas no solo los bautizos de los hijos de los duques de Cambridge, sino también el de la mismísima duquesa de Sussex, que tuvo que bautizarse y confirmarse por el rito anglicano antes de contraer matrimonio con el hijo de Carlos de Inglaterra. Por tanto, es más que previsible que sea el encargado de arrojar las aguas del Jordán sobre el pequeño Archie Harrison. No sabemos si esta vez estará nervioso, pero probablemente no se imaginaba este destino en la década de los 80 cuando era un ejecutivo de la industria del petróleo.
La carrera de Welby creció en la petrolera francesa Elf, donde era un importante ejecutivo que acabó recalando como tesorero en Enterprise, una compañía de prospección que operaba en algunas partes de África y el mar del Norte. Durante esos años formó parte de la congregación de la Santa Trinidad en Brompton (Londres) hasta que la llamada de la religión acabó por ser incompatible con el mundo de los negocios y en 1989 abandonó por completo su faceta empresarial para entregarse a la teología. Finalmente, se ordenó sacerdote en 1993.
Cómo clérigo ha tenido una carrera igual de fulgurante que como ejecutivo. En 2011 fue designado obispo de Durham y solo un año más tarde su nombre estaba en la terna de candidatos para ser el nuevo arzobispo de Canterbury. Él mismo decía por aquel entonces que le parecía “una broma” y “perfectamente absurdo” que resultara elegido por el poco tiempo que llevaba como obispo. Sin embargo, Isabel II confirmó su nombramiento en una ceremonia en la Catedral de Canterbury.
La llegada de Welby al arzobispado supuso todo un vendaval para el anglicanismo. No solo por su estilo cercano y desenfadado que le ha hecho afrontar con naturalidad situaciones como la pérdida de uno de los anillos, que afortunadamente apareció, mientras oficiaba una boda, sino por su empeño en modernizar la Iglesia. El primado es un ferviente defensor de que las mujeres puedan acceder al sacerdocio y ha demostrado no tener problemas en casar a personas divorciadas. Además, consciente del importante papel de las nuevas tecnologías, ha impulsado los diez mandamientos digitales, un conjunto de normas para evitar las malas prácticas en las redes sociales, como los abusos, las noticias falsas o la apropiación indebida del trabajo ajeno.
Su próxima cita será el próximo sábado en el Castillo de Windsor cuando bautice a Archie Harrison un año después del primer sacramento de su primo Louis de Cambridge. Según recogen los medios británicos, los duques de Sussex invitarán a un máximo de 25 personas, entre las que no estará la reina Isabel II, debido a problemas de agenda, pero sí asistirán sus abuelos, Doria Ragland, por la parte materna, y Carlos de Inglaterra, con su esposa la duquesa de Cornualles, por la paterna. Será la segunda vez que veamos al bebé de Harry y Meghan desde su presentación oficial dos días después de su nacimiento.