El príncipe Harry se ha apuntado, a última hora, a varios actos protagonizados esta semana por la Familia Real británica. Su presencia, al igual que sucedió el pasado domingo en la tradicional misa de Pascua celebrada en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor, era toda una sorpresa este jueves en la Abadía de Westminster, donde acudió junto a su cuñada, la duquesa de Cambridge, para cumplir con un acto oficial: el Servicio de Conmemoración y Acción de Gracias del Día de Anzac.
Para muchos, esta aparición, como la del domingo, podría ser un claro síntoma de que su esposa, la duquesa de Sussex, aún no ha dado a luz a su primer hijo. Si bien es cierto, desde hace días está todo preparado en Reino Unido para recibir al nuevo miembro de la familia Windsor. Incluso Doria Ragland, la madre de Meghan Markle, ya se encuentra al lado de su hija para acompañarla en este momento tan importante de su vida. Pero mientras esperan la inminente llegada del bebé, el príncipe Harry ha encontrado en su cuñada a la aliada perfecta, no en vano la duquesa de Cambridge tiene ya tres hijos y podría dar buenos consejos a la pareja acerca de la maternidad.
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Para la ocasión, la cuñada del duque de Sussex ha optado por un estilismo de lo más elegante: un abrigo en tonos azules que ha combinado con un tocado a juego. Como complementos, ha escogido un clutch y unos zapatos de ante verdes. Junto a ellos, se encontraban también en la Abadía de Westminster el duque de Gloucester, así como otros invitados de honor de la talla del Alto Comisionado de Australia. Todos ellos asistieron a este acto de conmemoración que recuerda los desembarcos de Anzac en Gallipoli en 1916. Fue el rey Jorge V el que inició este homenaje un año después de que se produjeran. Desde entonces, la Familia Real británica ha reconocido al Cuerpo de Ejércitos de Australia y Nueva Zelanda que fallecieron durante los desembarcos y ha honrado a los sacrificios de los cientos de hombres y mujeres en todas las guerras.
Lo cierto es que el nombre del príncipe Harry no estaba impreso en la hija de servicio y de ahí que su aparición, al lado de la esposa del duque de Cambridge e intercambiando con ella risas, confidencias y buena sintonía, haya sorprendido este jueves a propios y extraños. Mientras eso ocurría en la Abadía de Westminster, el duque de Cambridge asistía a un servicio en Auckland para honrar a las víctimas del ataque terrorista de Christchurch del pasado 15 de marzo. Este acto se enmarca dentro de la visita de dos días a Nueva Zelanda del hijo mayor del príncipe Carlos de Inglaterra, que ha podido reunirse con altos mandos policiales y agentes que se encargaron de neutralizar aquel ataque. También, el duque de Cambridge, que fue recibido a su llegada por la primera ministra neozelandesa Jacinda Ardern con el tradicional saludo maorí, ha podico colocar una corona floral en el cenotafio del Museo de la Guerra. En las próximas horas, visitará el Hospital de Christchurch y las dos mezquitas que fueron escenario de los ataques.
El año pasado, acudieron a este acto tanto los duques de Sussex como el duque de Cambridge. Quien no se dejó ver entonces fue precisamente la esposa de este por encontrarse recuperándose del parto de su tercer hijo, el príncipe Louis -que el lunes cumplió su primer año de vida-. Curiosamente, aquella era la primera vez que Meghan Markle acudía a un servicio oficial de estas características y, como han hecho este jueves su marido y su cuñada, cumplió con la tradición de lucir una amapola roja en su solapa, en recuerdo a los caídos en la guerra.
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