En 1969 y en una solemne ceremonia retransmitida por televisión, un joven Carlos de Inglaterra era investido por la Reina como Príncipe de Gales. Nadie pensaba entonces que 50 años más tarde, seguiría ostentando este título con su madre al frente de la Corona como la soberana más longeva de Europa. Precisamente Isabel II ha acogido este martes una recepción en el Palacio de Buckingham para celebrar el medio siglo de la investidura de su hijo, el eterno heredero. Para acompañar a su padre, no podían faltar los príncipes Guillermo y Harry con sus respectivas esposas, que se han visto las caras en un acto público por primera vez desde Navidad.
La Reina se ha vuelto a engalanar, con una chaqueta azul eléctrico y una vistosa falda de lunares, para recordar el solemne momento en el que impuso a su hijo las insignias de su rango y dignidad en un acto con menos pompa que el que tuvo lugar en 1969, pero que ha permitido uno de los reencuentros más esperados del momento. Si bien se ganaron el apodo de los 'cuatro fantásticos' de la Realeza europea, lo cierto es que los encuentros entre los duques de Cambridge y los de Sussex no son demasiado habituales, lo que ha avivado los rumores sobre una posible mala relación entre ellos.
Al margen de los rumores, si en algo han coincidido las duquesas en la ceremonia de Backingham ha sido en derrochar elegancia, cada una en su estilo. Meghan lució orgullosa sus curvas premamá con un vestido con estampado florar en tonos dorados y abrigo color crema, mientras que la esposa del príncipe Guillermo optó por un vestido largo color verde agua y mangas abullonadas.
La última vez que los vimos juntos fue en la tradicional misa de Navidad a la que acuden cada año en Sandringham, donde se encuentra la casa de campo de los Windsor en la que pasaron la Nochebuena en familia. Durante todo el recorrido a pie hasta la iglesia donde tuvo lugar el oficio religioso, las cámaras captaron a los duques charlando relajadamente entre ellos, lo que sirvió para mitigar las informaciones sobre su supuesto distanciamento.
Aunque es inevitable que tanto la presencia de sus hijos como el avanzado embarazo de Meghan Markle eclipse mediáticamente el protagonismo de Carlos de Inglaterra en este aniversario, todo en Buckinghan estaba este martes pensado para rendir homenaje al Príncipe de Gales. Arropado en todo momento por su esposa, la duquesa de Cornualles, con un sobrio vestido verde, también han asistido representantes de la sociedad civil, como organizaciones benéficas o el arzobispo de Caterbury, encargado de dar un discurso. El acto ha culminado con una actuación musical por parte de los estudiantes del Real Colegio Galés de Música e Interpretación, del que es patrón.
Todo ello para recordar una ceremonia, que por aquel entonces dio mucho que hablar. Fue diseñada en su mayor parte por Antony Armstrong-Jones, marido de la princesa Margarita y fotógrafo de éxito. Corrían los revolucionarios años 60 y la monarquía británica quiso aflojar ligeramente los corsés del rígido protocolo para ofrecer una investidura con ciertos tintes de modernidad. Y ahí entró en juego Lord Snowdon, que, además de introducir algunas innovaciones técnicas para facilitar el trabajo a los cámaras de televisión que inmortalizaban la solemnidad del momento, descartó algunas de las viejas costumbres de Palacio para tratar de acercar la institución a los días de vino y rosas.
Fue todo un evento internacional que aglutinó ante el televisor a más 500 millones de espectadores en todo el mundo, y a 19 en Gran Bretaña, según datos de la cadena británica BBC. En el Castillo galés de Caernarfon, donde tuvo lugar la ceremonia, había hasta 4.000 invitados, pero en las calles aledañas se concentraron hasta 90.000 personas.