El motivo por el que la reina Isabel II ha celebrado en privado sus 67 años en el trono

La Soberana cumplió este miércoles un año más de reinado, sin embargo, hay una razón por la que nunca festeja esta señalada fecha de su calendario vital

Por hola.com

Nunca le ha gustado esta fecha y, desde hace ya 67 años, la reina Isabel II de Inglaterra apenas lo celebra. En esta ocasión no ha sido diferente. Este miércoles, la soberana decidía festejar en privado una jornada histórica, su ascenso al trono, y eso a pesar de que estos días los ramos de flores y las felicitaciones inundan la residencia de Sandringham, la misma a la que Isabel II llegó poco antes de Navidad y la misma en la que permanecerá hasta que pase este día tan señalado y marcado en rojo en su calendario vital.

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Eso sí, las salvas de artillería sí han conmemorado tanto en la Torre de Londres y en Green Park como en el Castillo de Edimburgo y en el de Cardiff el aniversario de la que se ha convertido en la reina más longeva del mundo. En 2017 celebró, de hecho, su Jubileo de Zafiro (65 años en el trono). La protagonista, sin embargo, ha preferido quedarse en Sandringham, en el condado de Norfolk, y festejarlo en privado, a puerta cerrada, sin grandes actos ni compromisos oficiales que la obliguen a dejarse ver en público.

La razón no es otra que un recuerdo que la entristece notablemente desde hace más de seis décadas. Y es que ella tiene claro que su ascenso al trono se corresponde con la muerte de su padre, el rey Jorge VI. Aquejado de un cáncer de pulmón, el monarca fallecía a los 56 años en su residencia de Sandringham el 6 de febrero de 1952 mientras Isabel II, que por entonces tenía 25 años, se encontraba en Kenia, en plena gira por países de la Commonwealth junto a su marido, el duque de Edimburgo.

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Su fue de viaje siendo princesa y regresó convertida en reina de Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Pakistán y Ceilán, aunque la coronación no se llevó a cabo hasta año y medio después en la Abadía de Westminster, precisamente por petición expresa de Isabel II, para intentar desligar, en la medida de lo posible, el fallecimiento de su padre de su propio ascenso al trono. Así, el 2 de junio de 1953, Isabel II fue coronada en una ceremonia a la que llegó en un precioso carruaje construido para la coronación de Jorge III, un coche de ocho metros de largo y 4.000 kilos de peso, con 25.000 hojas como adorno, del que tiraban ni más ni menos que ocho caballos engalanados con las armas y los colores de los Windsor.

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