La princesa Beatriz, 'desolada' tras morir su perro por un posible envenenamiento
El suceso ocurrió hace un mes después de que el animal saliese a pasear por el Gran Parque de Windsor
La princesa Beatriz de York está de luto tras sufrir la pérdida de uno de sus perros. La nieta de Isabel II, de 30 años, se encuentra 'desolada' por el fallecimiento de Orange, que murió horas después de salir a pasear por el Gran Parque de Windsor, tal y como informa Hello Magazine. Se cree que el animal fue envenenado, pues tuvo que ser trasladado al hospital tras ingerir una misteriosa sustancia que los veterinarios no lograron identificar y que provocó que el Norfolk Terrier de Beatriz tuviese que ser sacrificado.
Este suceso, ocurrido el mes pasado, ha provocado que la la hermana de Eugenia de York tema que sus otros perros puedan correr peligro cuando se quedan en casa de su padre, el Príncipe Andrés. Por el momento, se desconoce si el envenenamiento ha sido provocado o fue el animal el que, por accidente, tomó una seta venenosa u otro tipo de alimento o sustancia durante su paseo.
Esta triste noticia llega en un dulce momento para Beatriz, que hace solo unos días regresaba de Kenia tras pasar el Año Nuevo con su novio, Edoardo Mapelli Mozzi, un empresario de 34 años fundador de su propia consultoría inmobiliaria en Londres. El diario británico Daily Mail fue el encargado de publicar las primeras fotografías de la pareja en una playa de la isla keniata de Lamu, donde la familia del empresario posee una residencia.
La princesa comenzó su romance con Edo, como así le conocen sus más íntimos, coincidiendo en tiempo con la boda de su hermana Eugenia de York con Jack Brooksbank, tal y como reveló la prensa británica. Ejemplo de que su relación va sobre ruedas es que Beatriz no ha dejado pasar ni tres meses para conocer a parte de la familia del multimillonario, que seguro estará siendo un gran apoyo para ella.
No es la primera vez que un perro de la familia real británica es víctima de un envenenamiento. En 1999, la reina Isabel II perdía a Phoenix, uno de sus corgis después de que uno de los empleados de Buckingham lo envenenase con ginebra y whisky tras una broma. Fue Philip Dampier, especialista en Casa Real Británica, quien reveló este dato para un documental de Netflix.