La noche del 31 de octubre de 1996, una radiante Diana de Gales acudió a una gala en Sidney (Australia). Lucía un inolvidable vestido azul en satén de Versace que resaltaba sus ojos claros. En su mano, un anillo de aguamarina, el mismo que la fallecida princesa había adquirido al terminar el proceso de su divorcio con Carlos de Inglaterra y que vino a reemplazar su icónico anillo de compromiso. Si este último fue el que la duquesa de Cambridge recibió de manos de su ya marido como símbolo de su compromiso, aquella pieza de aguamarina recayó en Meghan Markle, quien decidió lucirlo el día de su boda y que ha vuelto a rescatar de su joyero esta semana, durante su gira australiana con el príncipe Harry.
El anillo de la princesa Diana que desde hoy lleva Meghan
Todo apunta a que la elección de la duquesa de Sussex no ha sido al azar. Exactamente veintidós años después de aquella gala en Australia, Meghan Markle ha decidido que la joya recorra de nuevo los más de 15.000 kilómetros que separan Reino Unido de Oceanía para que vuelva a brillar en este continente. Tampoco es casualidad que la esposa del príncipe Harry haya lucido la pieza junto a un vestido de corte nupcial, un diseño blanco sofisticado y minimalista de cuello a la caja, manga arquitectónica y silueta lápiz que se ciñe a la cintura y está decorado con finas aplicaciones de pedrería sobre los hombros. Un estilismo que recuerda inevitablemente al segundo de los que lució en su 'sí quiero' y que en esta ocasión ha servido para acudir a una cena oficial ofrecida por el rey de Tonga.
Pero el homenaje de Meghan Markle a los padres de su marido no cesan ahí. En el mismo acto -y en la misma mano en la que ha llevado la mítica joya de aguamarina- la duquesa de Sussex ha querido también homenajear a su suegro, el príncipe de Gales. En esta ocasión lo ha hecho con el fino y elegante brazalete de plata y diamantes que le regaló Carlos de Inglaterra. Como sucede con el anillo, la elección de la pulsera en cuestión no es baladí. Meghan Markle la llevó, por primera vez, en su primer acto como duquesa de Sussex, sólo tres días después de su boda con el príncipe Harry. En su momento, se apuntó a que se trataba del brazalete 'lignes essentielles' de Cartier y que fue un regalo de su suegro con motivo de la boda real.
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Además de homenajear a los padres de su marido, la gira de los Duques de Sussex por Australia, Nueva Zelanda, Fiji y Tonga está sirviendo para conocer más a la pareja y, sobre todo, ser testigos de la evolución del embarazo de Meghan Markle, cuyo viaje se ha convertido en una suerte de pasarela para que exponga las claves de su estilo premamá. Han pasado ya diez días y sólo quedan los últimos seis, pues el tour del príncipe Harry y su esposa llegará a su fin el próximo miércoles 31 de octubre, noche de Halloween y día en el que Diana de Gales lució el famoso anillo de aguamarina por vez primera en este mismo continente.