El martes fue el nombre de la pastelera que va a crear la tarta de bodas, el jueves mostraron como las invitaciones salían de imprenta y este viernes ponen a la venta la porcelana oficial del enlace. Desde luego no hay ninguna monarquía como la británica para crear expectación. A medida que se acerca la gran fecha -el 19 de mayo- el Palacio de Kensington pisa el acelerador. A 57 días de la boda, el príncipe Harry y Meghan Markle viajan a Irlanda del Norte, un viaje ineludible para la pareja antes del "sí, quiero".
Irlanda del Norte era la única de las cuatro naciones constitutivas del Reino Unido que la pareja no había visitado hasta ahora, así que después de que Harry presentara a su prometida en Gales y Escocia -además de los muchos actos oficiales en Inglaterra- la cita en Belfast estaba pendiente. La pareja ha aterrizado en torno a las diez de la mañana (hora local) y han sido recibidos por la Secretaria de Estado, Karen Bradley.
La pareja ha puesto rumbo a Eikon Centre in Lisburn para conmemorar el segundo año de la iniciativa de construcción de paz dirigida por jóvenes Amazing the Space que permite a los jóvenes de Irlanda del Norte convertirse en embajadores de la paz en sus comunidades y que lanzó el propio Harry en septiembre del año pasado. Allí la pareja ha presenciado una función en la que los escolares expresaban la capacidad del arte para unir las diferentes comunidades. Hay que recordar que fue esta ciudad la que sufrió lo peor del Conflicto de Irlanda del Norte.
La siguiente cita, de un día que comenzó soleado y terminó con Meghan paraguas en mano, llevó a la pareja a un lugar mítico y con mucho encanto e historia del centro de la ciudad, el Crown Bar, considerado uno de los bares más bonitos del mundo y uno de los edificios más antiguos de la ciudad. Construido en 1826 y de estilo victoriano, es el mejor ejemplo para que Harry muestre a Meghan una costumbre tan arraigada y que forma parte de idiosincrasia del norirlandés como es el pub.
Allí la pareja ha podido disfrutar de sus techos moldeados, sus bonitas vidrieras, grifos por los que no pasan los años y un precioso suelo de azulejos, que incluye a su entrada un mosaico de la Corona. Harry y Meghan han estado allí charlando con los miembros del National Trust (la fundación que vela por la protección y divulgación de los lugares de interés histórico o de belleza natural) sobre la herencia cultural que implica este tipo de tabernas (también llamadas "palacios de la ginebra") y conocer al personal que trabaja allí, así como algunos humoristas y músicos de la escena local.
Desde el pub, ubicado en una de las calles principales de la ciudad, Great Victoria, que estaba desde primera hora de la mañana de lo más concurrida por la visita real, la pareja ha cruzado al otro lado del río que atraviesa Belfast para poner la guinda a su jornada en la ciudad. No sin antes detenerse a saludar, momento en el que Meghan recibió varios ramos de flores a modo de bienvenida.
Para Meghan Markle los últimos meses se pueden definir como una sucesión de primeras veces, ya que el Príncipe la está guiando de lleno en esa preparación para lo que será su vida después del 19 de mayo, cuando la pareja se casa en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor. Si la semana pasada la vimos debutar con mayúsculas en un acto de la máxima relevancia institucional como es el Día de la Commonwealth, con la presencia de la Reina y las máximas autoridades del país, esta semana comienzan a desvelar detalles de un "sí, quiero" que desde luego va a tener un carácter propio.
Al más puro estilo 'Titanic'
El príncipe Harry y Meghan Markle no podían irse de Belfast sin rendir homenaje al Titanic desde la ciudad en la que se construyó. Los futuros novios se han desplazado hasta el Titanic Belfast, el monumento y museo de ocho plantas y seis galerías que explora la historia del famoso trasatlántico británico que se hundió en la madrugada del 14 de abril de 1912 durante su viaje inaugural desde Southampton a Nueva York.
Hay que recordar que fue precisamente en esta ciudad, concretamente en los astilleros Harland and Woff, donde se construyó entre 1909 y 1912 el buque en el que murieron 1.514 personas de las 2.223 que iban a bordo. Fue en el año 2012 cuando se cumplieron los 100 años de su fabricación y se inauguró este museo en el que se pueden visitar reconstrucciones de los camarotes, de las cubiertas y de las salas de máquinas.
El nieto de la reina de Inglaterra y su prometida han visitado el impresionante edificio del arquitecto Eric Kuhne, que dotó a la construcción de una forma angular que recuerda a la proa del barco, aunque también hay quien encuentra en el acabado de su fachada la textura de un iceberg (fue precisamente la colisión del barco con un iceberg lo que le hizo naufragar), por lo que el edificio ha recibido ese apodo en la ciudad.
Harry y Meghan han podido recorrer una exposición que incluye la explicación de cómo era esta urbe a principios del siglo XX, una réplica del enorme timón, una galería fotográfica de la botadura del barco -se lanzó en Belfast ante la mirada de cien mil personas- o una exposición del desastroso viaje inaugural. No falta tampoco una réplica a gran escala de algunos de los interiores (muchos de ellos forman parte del imaginario colectivo gracias a la exitosa película que protagonizaron Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en 1997), un repaso por sus mitos y leyendas e incluso su redescubrimiento más actual, es decir, cómo se encuentra en estos momentos a 3.700 metros de profundidad bajo el Atlántico.