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Las vísperas del 6 de febrero llegan a manos de la reina Isabel innumerables ramos de flores y a sus oídos las más entusiastas felicitaciones por un nuevo año de reinado de la monarca más longeva de la historia del Reino Unido, pero la fecha en cuestión recluye a la soberana en palacio sin ninguna gana de celebración.
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Ayer varias salvas de artillería y diversas ceremonias militares conmemoraron en Londres el 66º aniversario de Isabel de Inglaterra en el trono. La Real Artillería Montada disparó una salva de 41 cañonazos en Green Park, en el centro de la capital británica, mientras que la Honorable Compañía de Artillería disparó 61 desde la Torre de Londres. Y, como es tradición, un año más la protagonista de tales homenajes volvió a pasar la jornada en privado en su residencia de Sandringham, en el condado inglés de Norfolk.
El feliz aniversario es consecuencia de otro triste aniversario. La soberana recibió la corona el 6 de febrero de 1952 a la muerte de su padre, el rey Jorge VI. Falleció en la misma residencia de Sandringham, aquejado de un cáncer de pulmón, mientras la entonces princesa Isabel se encontraba de viaje oficial en Kenia con su marido, el príncipe Felipe. Aunque para los anales la Princesa heredera accedió al trono aquel día, demasiado pronto siempre para una hija, Isabel II no quiso asociar su coronación al fallecimiento de su padre y esperó más de un año a ser proclamada Reina. Hasta el 2 de junio de 1953, entonces sí, en una solemne ceremonia celebrada en la Abadía de Westminster.
Aunque no celebre la ocasión lo cierto es que tiene mucho que celebrar: en septiembre de 2015, Isabel II, de 91 años, pulverizó el récord de la reina Victoria, los 63 de reinado de su tatarabuela, que ciñó la corona de 1837 hasta su muerte en 1901, tras convertirse en monarca con solo 18 años. Y ahí sigue: cumpliendo.
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