Eduardo VIII, primogénito de los monarcas Jorge V y María de Teck, protagonizó una de las bodas más polémicas de la dinastía Windsor. Tras la muerte de su padre, Jorge V, el 20 de enero de 1936, se convirtió en Rey de Inglaterra pero su reinado apenas duró un año. El 11 de diciembre Eduardo VIII abdicó para poder casarse con Wallis Simpson, una rica estadounidense dos veces divorciada de la que estaba profundamente enamorado. Sin embargo, para Simpson el gran amor de su vida no fue Eduardo VIIIl, sino un hombre al que persiguió sin éxito después de haberse convertido en Duquesa de Windsor. Así lo cuenta Andrew Morton en la nueva biografía de la mujer que intentó despreciar al hombre que había renunciado al trono por ella, pero no lo hizo porque no pudo.
De acuerdo con el libro escrito por Morton, el protagonista de los desvelos de Wallis Simpson se llamaba Herman Rogers y era un atractivo estadounidense formado en la Universidad de Yale y poseedor de una gran fortuna. Él fue el gran amigo durante el exilio de los Duques de Windsor que, durante la Segunda Guerra Mundial, ayudó a la pareja a encontrar un segundo domicilio París en el que acabaron instalados. Durante aquellos años se erigió como principal confidente de la Duquesa, quien solía contarle sus frustraciones por aquel retiro forzado o por la negativa de la corte británica de concederle el tratamiento de “su alteza real”. Recordemos que aunque la relación de Eduardo y Wallis estaba muy consolidada, la Familia Real británica nunca la aceptó.
Hermam Rogers estaba felizmente casado con Katherine y a la muerte de ésta, Wallis vio su oportunidad de acercarse todavía más a él, siempre según la versión de Morton. Pero en su camino se interpuso Lucy Wann, una viuda socialmente tan ambiciosa como ella que, finalmente, consiguió hacerse con el corazón de Rogers. Tanto que, un año después, anunciaron su boda. Según Andrew Morton, Wallis sufrió un tremendo shock al enterarse de la noticia de su boda con Lucy Wann. Tanto que llegó a escribirle una carta a Rogers desde Estados Unidos en la que le suplicaba: "No hagas nada hasta mi regreso”, rezaba el telegrama con la firma “tu ángel de la guarda”.
La boda siguió adelante y ella no pudo evitar presentarse en el enlace cuando todos los invitados ya habían abandonado el festejo. Wallis y Eduardo regalaron al novio una bandeja de plata con el anagrama de los Windsor, mientras que a Lucy, un bolso de paja que ella misma definió como el típico regalo que se destina a una doncella. En un momento en el que se quedaron a solas, Wallis le dijo a la recién casada: “Te hago responsable de lo que pueda pasarle a Herman. Es el único hombre al que de verdad he querido”. A lo que Lucy le respondió triunfante: “Tú has conseguido a tu rey, pero yo he conseguido a Herman”.