¿Pueden el príncipe Harry y Meghan Markle invitar a los Obama a su boda sin crear un conflicto diplomático?
Según medios del país el Gobierno británico quiere evitar que la invitación de Michelle y Barack Obama genere un nuevo roce con Donald Trump
Organizar una boda no es tarea fácil pero si eres el nieto de la Reina de Inglaterra el gran día aún se complica más. Desde que comenzaron a barajarse los nombres de los invitados que presenciarán el “sí, quiero” entre Harry de Inglaterra y Meghan Markle los de Barack y Michelle Obama se han dado por hecho dada la amistad que mantiene el Príncipe con el matrimonio que ocupó la Casa Blanca hasta el pasado enero. Sin embargo, antes de que se envíen las invitaciones, medios británicos advierten que esta invitación podría ser el principio de un conflicto diplomático.
Ha sido el diario The Sun el que ha publicado que el Gobierno ha instado al Príncipe a no invitar al ex presidente de los Estados Unidos y a su mujer a la gran cita del 19 de mayo en el Castillo de Windsor. De esta forma el Ejecutivo liderado por Theresa May buscaría evitar que esta invitación fuera recibida como un desaire hacia Donald Trump, actual Presidente de los Estados Unidos, y añadiera más tensión a unas relaciones que no están resultando fáciles.
“Harry ha dejado claro que quiere a los Obama en su boda y eso está causando nerviosismo en Downing Street”, publica el medio británico citando a una fuente del gobierno. “Trump podría reaccionar muy mal si los Obama acuden a una boda real antes de que él haya tenido la oportunidad de reunirse con la Reina”, añaden unas declaraciones que también recoge Express y que están siendo de lo más comentadas mientras que la pareja del momento vive su última Navidad como solteros.
El tema tiene varias aristas y muchos ingredientes a tener en cuenta. En enero de 2017, justo después de que Trump asumiera el poder, la Primera Ministra británica le invitó a realizar en breve una visita de Estado con la Reina como anfitriona, lo que fue muy criticado en el Reino Unido y motivó que el presidente del Parlamento, John Bercow, pidiera que el republicano no interviniera ante los diputados. Este debate se ha reabierto a raíz de las recientes tensiones entre Trump y May. Fue a finales de noviembre y en Jordania, cuando la líder británica afirmó que el estadounidense había cometido “una acción incorrecta” al retuitear vídeos del partido minoritario de ultraderecha Britain First, una crítica a la que Trump respondió Twitter: “Theresa May, no te centres en mí, céntrate en el destructivo terrorismo radical islámico que tiene lugar dentro del Reino Unido. ¡Nosotros estamos bien!”.
Esta confrontación en redes sociales tuvo lugar cuando ya se había anunciado que el viaje de Trump al Reino Unido en el 2018 no sería un viaje de Estado, es decir, que no se le recibirá con los máximos honores. Fue el periódico londinense Evening Standard el que publicó que la visita de Donald Trump sería un viaje de trabajo y no una visita de Estado, es decir, no entraría en la categoría que solo se reserva a los jefes de Estado; un tratamiento que incluye, entre otras deferencias, el ser recibidos por la Reina de Inglaterra, alojarse en el palacio de Buckingham, una gran cena de gala en su honor con la Familia Real británica y pronunciar un discurso en el Palacio de Westminster ante los miembros de las dos cámaras del Parlamento británico: los diputados y los lores. Un tratamiento de máximo nivel en el que la Casa Windsor, como vimos durante el viaje de Estado de Felipe VI y doña Letizia, se emplea a fondo.
Volviendo a la boda real hay otro matiz que no se puede pasar por alto: Harry de Inglaterra no es el Heredero –después de nacer su tercer sobrino ocupará la sexta posición en la línea sucesoria- por tanto su enlace no es tratado como un asunto de Estado y la lista estará elaborada íntegramente por el Palacio de Buckingham. Esto se traduce en que al no tener que invitar a jefes de Estado extranjeros al Gobierno británico se le reserva un rol consultivo y las conversaciones al respecto de la invitación de los Obama, como anuncian los medios del país, ya habrían comenzado.
Sin jefes de Estado en la lista, Harry y Meghan no se verían por tanto obligados a invitar a los Trump a su boda y llegados a este punto cabe recordar que en los noventa, coincidiendo con el divorcio de Carlos de Inglaterra y Diana de Gales, el magnate hizo algún comentario poco afortunado sobre la madre de Harry e incluso trascendió un posible intento de conquista. Todo ello sin olvidar que Meghan Markle –de madre afroamericana, muy involucrada en asuntos sociales y nacida en Los Ángeles- en su día respaldó la labor de Barack Obama, después apoyó a Hillary Clinton y también criticó algunas de las posturas del ahora mandatario durante su campaña electoral, unas opiniones políticas que al entrar en la familia Windsor ya no tiene cabida.
Habrá que esperar a ver a qué acuerdo llegan Buckingham y Downing Street y si ambos encuentran la fórmula perfecta para que no se resientan ni las ya doloridas relaciones diplomáticas ni la amistad del Príncipe con los Obama. Hay que recordar Barack y Michelle prestaron a Harry un apoyo crucial para promover por todo lo alto los Juegos Invictus en los Estados Unidos, un apoyo que incluso continuó en última edición cuando Barack Obama, con una agenda más relajada como ex presidente, voló hasta Canadá para ver un partido con el Príncipe. Una edición a la que también acudió Melania Trump como Primera Dama para apoyar al equipo estadounidense.
Fue en el año 2013 cuando Michelle Obama abrió por primera vez a Harry las puertas de la Casa Blanca, su encuentro tuvo lugar durante la visita de siete días que el Príncipe realizó a los Estados Unidos; dos años después el nieto de la Reina regresaría para conocer al Presidente y promover los Juegos Invictus; el siguiente encuentro del que se tiene constancia fue en el Palacio de Kensington cuando los Duques de Cambridge y el Príncipe Harry invitaron a cenar al matrimonio Obama, una cita en la que George fue la estrella. Desde entonces la amistad entre el político y el príncipe Harry no ha hecho más que crecer y muestra de la complicidad que reina entre ambos es que el Príncipe fue el elegido para entrevistar al expresidente en una de las pocas entrevistas que ha concedido desde que se despidió de la Casa Blanca.